Este miércoles, una valla informativa, que el PSOE ha colocado en la Avenida Antonio Diez, era destrozada con pintadas. La valla en cuestión hacía referencia a cuestiones como el Ingreso Mínimo Vital, que beneficia a 11.000 melillenses, al incremento del salario mínimo hasta los 1.080 euros, la subida salarial de la que se han beneficiado 10.000 empleados públicos en nuestra ciudad, o la subida histórica de las pensiones de un 8,5%.
Más pronto que tarde se dará con el autor material de los hechos, pero evidentemente más allá del vandalismo, de destrozar una valla informativa, lo que subyace en acciones como ésta es un intento de coacción, un mensaje de odio contra el PSOE y los que formamos parte de este partido.
El destrozo de la valla, desgraciadamente, no es un hecho aislado. En el día a día, en el debate político y en el contexto social, se ha instalado un enorme nivel de crispación, de ataque y descalificación hacia aquellas personas o formaciones con las que se discrepa.
Aunque el fenómeno no es nuevo, la irrupción en la vida política de la extrema derecha ha sido clave para que emerja, a niveles no conocidos en las últimas décadas, los mensajes de odio. Algo que, por desgracia, no se circunscribe exclusivamente a la formación ultra y su entorno, otros partidos se han dejado arrastrar por este modus operandi y la crispación es patente tanto a nivel nacional como en nuestra querida Melilla.
Si nos remontamos a mayo de 2007, a las puertas de otra campaña electoral, el presidente José Luis Rodríguez Zapatero ya se refirió a esta cuestión. “A cada insulto que recibamos, nosotros una propuesta, a cada descalificación, una idea, y a cada exageración, una sonrisa”, dejó como ‘receta’ para hacer frente al odio.
La receta de Zapatero está más vigente que nunca. Esta legislatura, gracias a que hemos ostentado responsabilidades de Gobierno tanto a nivel local como nacional, el PSOE ha materializado numerosas medidas e iniciativas para mejorar Melilla y España, para contribuir al bienestar de la ciudadanía.
Hablaba antes de la subida histórica de las pensiones que ha beneficiado a 8.500 melillenses, del incremento hasta el 3,5% del sueldo de los empleados públicos, o del aumento del 15% del Ingreso Mínimo Vital, pero podríamos hablar del incremento del 47% en 4 años del salario mínimo, del record histórico de becas y ayudas al estudio, de la estabilización este año de 54 profesionales de la Residencia de Mayores, de la bajada de las ratios de alumnos por aula, la incorporación de 300 docentes a las aulas o las casi 1.800 personas beneficiarias de los 200 euros de ayuda para familias con menos ingresos.
Hay que recordar también que, gracias a la reducción por rendimientos del trabajo, 4.500 trabajadores melillenses que tienen un salario bruto de menos de 21.000 euros brutos al año, han visto rebajado su IRPF en casi 400 euros de media. O que más de 400 empresas de nuestra ciudad se han visto favorecidas por la rebaja del tipo nominal del Impuesto sobre Sociedades, gracias a la cual se ahorrarán más de 715 euros de media.
Siguiendo con medidas que benefician a los ciudadanos, hemos destinado 200.000 euros para el Bono Alquiler Joven, sin olvidar a los más de 2.160 estudiantes becarios mayores de 16 años que han recibido la ayuda adicional de 400 euros o del bono cultural joven de 400 euros que han disfrutado casi 500 jóvenes melillenses.
Las infraestructuras tampoco se han quedado atrás. En este mandato, hemos puesto en marcha el Instituto ‘Virgen de la Victoria’, en los terrenos de Jardín Valenciano; los centros educativos del antiguo Mercado Central y estamos a punto de terminar las obras del centro de educación infantil y primaria de Gabriel de Morales, que llevará el nombre de ‘Encarna León’.
Estamos cerca de terminar las obras del Hospital Universitario, que el Gobierno del PP paralizó durante más de 6 años; estamos implementando el sistema europeo Entry/Exit System en Beni-Enzar, que aumentará la eficacia y la seguridad de los controles y conlleva el despliegue de sistemas inteligentes que permiten el registro y la verificación biométrica; hemos materializado el cambio de categoría del Aeropuerto de Melilla para que puedan operar aviones más grandes; estamos a punto de poner en funcionamiento el cuarto módulo de la desaladora de agua; estamos construyendo el pabellón polideportivo del Campus Universitario; y estamos restaurando la Iglesia de la Purísima Concepción, elemento importante dentro de la potenciación de la Melilla como destino turístico.
Todo esto lo relato por una sencilla razón. Para los socialistas estar en el Gobierno no es una meta, es un medio para poder trabajar por y para Melilla y los melillenses. Esa es nuestra meta y nuestra razón de ser. Y este punto es clave aclararlo porque ni todos los partidos son iguales ni todos los políticos perseguimos los mismos fines.
El Presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo, ya reveló en una sesión plenaria reciente que su partido trabaja “por la gente de bien”. Algo que tampoco nos sorprende, hace mucho tiempo que el PP no disimula que se debe a las grandes empresas y las enormes fortunas y lo demuestra cuando votan en contra la subida del salario mínimo, en contra de que las pensiones se revaloricen conforme al IPC, o en contra del impuesto a las grandes entidades energéticas y financieras.
Los populares se ocupan de la gente de bien, los socialistas trabajamos por el bien de la gente. Y, le pese a quien le pese, medien amenazas o insultos, lo seguiremos haciendo.