Tras 25 años desde el movimiento por el reconocimiento de los derechos jurídicos y políticos de los melillenses de origen amazigh o bereber, la extradición de Ali Aarras a Marruecos ha provocado lo que hace un cuarto de siglo habría resultado imposible o insólito. Sólo así puede calificarse el hecho de que asociaciones civiles de distinto signo y aglutinadoras de un espectro social melillense sin diferenciación en su conjunto de comunidades, orígenes o credos religiosos, se hayan unido para reivindicar que Aarras, melillense de origen y de nacionalidad belga, goce como ciudadano europeo, con notable arraigo en España, de los mismos derechos que sin duda se otorgarían a cualquier otro melillense europeo de origen no bereber.
La Plataforma constituida para defender que Aarras no sea entregado a Marruecos, sostiene que no se puede admitir la consideración de marroquíes que el vecino país otorga a todos los ‘musulmanes’ nacidos en Melilla y Ceuta porque esto, abiertamente, supone ceder ante las tesis soberanistas marroquíes sobre nuestras dos ciudades. Aciertan por ello cuando dicen que el problema que se plantea no es exclusivo de Aarras ni de los hispanobereberes de nuestra ciudad, sino de toda Melilla. Sin duda, Aarras merece las mismas garantías jurídicas que cualquier otro europeo. Más aún después de la firma del Tratado de Lisboa, que impide cualquier tipo de trato diferenciador entre los ciudadanos de la UE.