MELILLA se encuentra en alerta 1 por rabia, una situación que es lo suficientemente grave como para que se tomen todas las medidas necesarias para impedir que ningún melillense se infecte. Por eso, resulta inexplicable que pueda verse una manada de perros asilvestrados campando a sus anchas por el centro de la ciudad. Es preciso recordar que en los últimos meses ya se han registrado cinco casos de rabia en la ciudad, uno en las primeras semanas de año.
Llevamos ya tiempo observando distintas manadas de animales callejeros que deambulan por la ciudad sin que se tenga ningún control sobre ellos. Ha habido varias denuncias públicas de melillenses advirtiendo sobre esta cuestión y en este medio se han publicado imágenes y vídeos que atestiguan la presencia de estos grupos.
Desde Salud Pública y Bienestar Animal, su responsable, Francisca García Maeso, viene insistiendo en
que se está trabajando en solucionar el problema, pero la realidad es que sigue habiendo animales asilvestrados en las calles de Melilla.
La existencia de estos grupos de perros supone, además de un riesgo sanitario, un claro problema de seguridad ciudadana. Ya se conocen denuncias de melillenses que se han visto rodeados por alguna de estas manadas, con el consiguiente peligro que esto supone.
Parece evidente que las medidas aplicadas por parte de la consejera no están dado sus frutos y mientras da con la tecla, la salud pública corre riesgo. Eso sí, se han incrementado los controles sobre la vacunación de las mascotas, que ya no pueden viajar desde Melilla a Granada o Motril, pero en la calle, los perros callejeros siguen a sus anchas.
No es de recibo que en pleno siglo XXI nos encontremos con que es imposible sacar a estos animales de la calle. Melilla tiene 11 kilómetros cuadrados, no estamos hablando de grandes urbes como Madrid o Barcelona, por lo que es incomprensible que no se pueda dar una solución a este problema.
Se antoja que falta voluntad o falta capacidad de gestión.