El presidente del Banco de Alimentos de Melilla, Pedro Paredes, habla con El Faro. En la entrevista hace un balance sobre la recogida de alimentos en las fiestas patronales, la futura implementación de una aplicación informática y sobre la solidaridad que reina en la ciudad.
–¿Cómo ha ido la recogida de alimentos durante las fiestas patronales?
Después de un periodo de julio y agosto donde nos relajamos más en la solidaridad por las vacaciones y tras el gran reparto que se hizo con el Aid El Kebir, pues teníamos las estanterías vacías. Que la Consejería de Cultura y Festejos nos llamara para decirnos que la donación de ese evento solidario iba a ser para nosotros, fue fantástico. Han sido 2.500 kg de alimentos de primera necesidad y eran muy demandados porque hemos tenido un verano muy intenso. Por lo tanto, estamos muy agradecidos y contentos con esta donación.
–¿Y ahora en qué se encuentra sumergido el banco de alimentos?
Esta semana también hemos estado trabajando de manera muy intensa con los alimentos que provienen del Fondo Europeo para ayudar a las familias desfavorecidas. Llegarán al banco de alimentos aproximadamente 70.000 kg de catorce alimentos básicos. Algo muy importante porque se podrá atender a 315 familias, que son 1.600 personas (incluidos lactantes). Tenemos una cuesta de septiembre que se está haciendo notar por las llamadas de personas que tienen recursos limitados y, debido a la inflación y a los gastos del colegio, nos está pidiendo ayuda.
–Entonces septiembre en el Banco de Alimentos también es una fecha clave, ¿verdad?
Sí. El otro día comentábamos que el Banco de Alimentos es un reflejo de lo que pasa en la sociedad. Este año nos hemos encontrado con familias con ingresos, aunque sean pequeños, que les ha afectado la inflación, la subida de la luz y de los carburantes, además de los gastos de material escolar. Estamos notando que nos solicitan ayudas y hay que dárselas, porque se entiende la situación.
–Ya estamos entrando en el último trimestre de 2022. ¿Cómo ha sido el resto del año?
En el primer semestre se repartieron cerca de 100 mil kilos y se atendieron unas 2.800 personas de manera periódica, incluidos lactantes, que también fueron muchos. Ha sido un año intenso porque entre los efectos de la guerra y del covid, pues los bancos de alimentos seguimos trabajando intensamente. Nosotros no cerramos porque entendemos que hay que estar en coordinación con los servicios sociales, la oficina de la Atención a la Mujer y ahora también los centros educativos. Nuestro trabajo es permanente y lo que queda de año seguirá siendo intenso por lo que estamos hablando.
–¿Y cómo funciona esa coordinación?
Tenemos un equipo del área social, formado por una trabajadora social y una educadora social, y semanalmente con la Consejería de Políticas Sociales y los centros de Servicios Sociales que hay por la ciudad. Cuando hay que atender a una familia que nos solicita por la casuística que sea, el Banco de Alimentos la atiende. También es muy importante toda la coordinación con la oficina de Atención a la Mujer para las mujeres víctimas de violencia de género. Aunque la tramitación es muy rápida, nosotros desde el primer momento que llega el caso, nosotros estamos ya atendiendo, sobre todo con alimentos infantiles. Son recursos limitados que necesitan que estemos muy coordinados para llegar a los más necesitados y que no se duplique la ayuda. Ahora, por primera vez, vamos a implementar una aplicación informática, que ya la están usando otros bancos y nosotros estamos en periodo de prueba, con todas las entidades del banco y las sociales. Entendemos que hay que estar muy coordinados porque hay familias que entran muy rápido en situación de vulnerabilidad. Todo el mundo en tiempo real podrá saber qué está recibiendo cada familia, incluyendo informes sociales periódicamente actualizados. Es una aplicación muy moderna y va a favorecer la inmediatez y eficacia con los alimentos que nos llegan.
–¿Cuáles son los alimentos que más donan los melillenses?
Los alimentos más demandados son los de siempre: leche, aceite, galletas, pescado y fruta en conserva… Es verdad que siempre que nos preguntan en concreto es por los alimentos infantiles. Los bancos de alimentos vivimos con excedentes industriales y nos llegan para que se puedan repartir en plazo a las familias. Lo que menos llega son los alimentos infantiles y son muy importantes.
–¿Melilla es solidaria?
Yo siempre digo que Melilla es la madre de la solidaridad y que nació aquí en nuestra ciudad. En primer lugar, con cualquier actividad que se organiza, la acogida es fantástica. Hace poco el reto del verano tuvo mucha aceptación y participaron muchísimas personas y voluntarios. Ahora vamos a preparar el final de año.
–¿Cuáles son las entidades con las que el Banco de Alimentos está colaborando actualmente?
Los Bancos de Alimentos no repartimos directamente a través de las familias, sino mediante entidades colaborativas y benéficas autorizadas. Con la pandemia, hicimos una excepción y empezamos a atender directamente. Eso lo seguimos haciendo hasta casos muy puntuales, derivados de la oficina de Atención a la Mujer o los Servicios Sociales. Aproximadamente trabajamos una docena de entidades. La semana que viene ha llegado una nueva a la ciudad que quiere hablar con nosotros y le explicaremos que aquí hacen falta personas cualificadas porque hay un seguimiento a las familias y se trata de asesorar en todas las materias y necesidades sociales que tengan. Luego tenemos las Entidades de Consumo, como el Albergue San Vicente de Paul o Gota de Leche. Nosotros recibimos prácticamente a diario alimentos perecederos del mercado. Hortalizas, frutas, productos cárnicos… Todos se van repartiendo casi a diario porque tienen poca fecha.
–¿Y qué tal con los voluntarios?
Las entidades de voluntariado son el gran tesoro del Banco de Alimentos. Sin ellos no podríamos clasificar los casi 50 mil kilos de alimentos que reparte el banco. Ya hemos empezado con la asociación Feafes y Aspanies está en periodo también de empezar a trabajar en los talleres. También tenemos muy buena relación con la Purísima, el centro de reforma de menores. Así que ya hemos empezado esa fase de colaboración mutua. Además a sus usuarios les gusta venir, se trabaja la sociabilidad entre todos y se crea un ambiente muy bonito.