Nuestra ciudad es lo que hoy conocemos en gran medida por el trabajo de nuestros empresarios. El resultado de trabajo, su éxito o fracaso han convertido a Melilla en lo que es en la actualidad.
Anoche se homenajeó a seis de estas empresas, a sus fundadores y a quienes han conseguido que se perpetuaran durante años generando riqueza con el esfuerzo compartido de empresarios y trabajadores. Su labor explica en parte la trayectoria de nuestra ciudad. Y quienes tomen el relevo de esos mismos negocios o creen otros nuevos determinarán el progreso de nuestra ciudad. Quienes dentro de unos años quieran conocer cómo ha llegado Melilla a la situación en que se encuentre en ese momento, tendrán que echar la vista atrás y mirar cómo es la actividad que hoy hacen nuestras empresas.
Por ello, la ciudad que queramos tener en un futuro dependerá en gran medida de las posibilidades de desarrollo que pongamos a disposición de los empresarios y de la visión de éstos y de sus aciertos o errores. En los próximos años está previsto que se abran importantes expectativas de negocio, como las relacionadas con la ampliación del puerto. Otras, como la aduana comercial con la que actualmente cuenta Melilla, está esperando que los emprendedores le saquen un mayor rendimiento económico que hasta ahora. Tanto para lo que está por venir como para lo que ya tenemos a nuestra disposición, hace falta contar con empresarios capaces de aprovechar esas oportunidades. Gran parte del esfuerzo de la Administración se centra en mejorar la preparación de los trabajadores, una labor importante. Pero no lo es menos ampliar la cualificación de nuestros emprendedores para mejorar el tejido empresarial y generar la riqueza y los ansiados puestos de trabajo que reclama la complicada situación laboral de nuestra ciudad. La preparación de los empresarios melillenses y, sobre todo, de los que en un futuro inmediato se pongan al frente de estos negocios determinará en gran parte el progreso de nuestra ciudad. De poco servirán todas las iniciativas que se pongan en marcha desde la Administración si los emprendedores no saben ver sus posibilidades ni se materializan en nuevas empresas generadoras de riqueza.
Los seis empresarios homenajeados anoche supieron ver esa oportunidad de negocio hace años. Domingo Casquet vio en los 70 la ocasión de abrir un establecimiento de material eléctrico. Antonio Jiménez optó en 1948 por la venta de frutas y más tarde se le unió su hermano José. A principios de los 70 Nemesio Ángel Calabuig empezó con la distribución de alimentos al por mayor. En 1951 Miguel Escaño abrió un garaje para guardia y custodia de vehículos y una estación de lavado y engrase, un negocio que luego continuó Antonio Pérez, ‘Pinori’. Antonio Osorio Blánquez decidió en 1965 especializarse en el arreglo de coches Mercedes. Y ese mismo año Guillermo Benet inicio su carrera en el sector del ocio y la restauración.
El futuro de Melilla depende de que otros ciudadanos asuman el papel de emprendedores y obtengan al menos el mismo éxito que estos seis empresarios.