Los ciudadanos de Melilla y Beni Enzar sufrieron ayer un nuevo cierre de la frontera.
Esta vez el paso entre España y el país vecino estuvo interrumpido durante más de una hora. Y nuevamente, como es habitual, el problema estuvo en el lado marroquí. Ni una sola vez en los últimos años se ha producido un corte en el tránsito de vehículos y personas entre ambos países achacable a algún altercado en nuestra ciudad o a la falta de efectividad de los agentes de la Policía Nacional o Guardia Civil. En cambio, en Marruecos sucede precisamente lo contrario. Unos días es un grupo de sus ciudadanos el que organiza alguna protesta o provoca un incidente, otra veces son inmigrantes intentando superar los controles fronterizos sin la documentación necesaria y en otras ocasiones son los propios agentes del país vecino los que causan sorpresivas, inesperadas y periódicas avalanchas de portadores que pretenden regresar a la carrera hacia Melilla. Las obras en el puesto español del paso fronterizo de Beni Enzar han comenzado con la intención de que las nuevas instalaciones se encuentren en pleno funcionamiento antes de la próxima Operación Paso del Estrecho (OPE). Difícilmente se cumplirá el plazo a pesar del compromiso de la adjudicataria del proyecto debido al retraso en el inicio del mismo. Pero aunque la empresa finalmente logre cumplir con la fecha indicada, ello no significará que se haya puesto fin a los problemas en el tránsito fronterizo entre ambos países. En realidad, esa inversión servirá para poner al día unas instalaciones desfasadas y muy deterioradas que hacen más duro aún el trabajo de los guardias civiles y policías nacionales. Sin embargo, resultará difícil que sólo con la ejecución de este proyecto se pueda alcanzar algún objetivo más si no se actúa sobre los problemas que se presentan un día sí y otro también en el lado marroquí. Allí no tendrán ningún impacto las mejoras en el puesto fronterizo de Beni Enzar y, por lo tanto, tampoco las percibirán los miles de ciudadanos marroquíes y españoles que transitan cada jornada entre ambos países, además de los cientos de conductores que circulan con sus vehículos. Lo ocurrido en Beni Enzar ayer es una nueva prueba de que la fluidez del paso entre España y Marruecos es cosa de dos. Hacen falta inversiones en las instalaciones de nuestros vecinos, pero más importante que el dinero para llevar a cabo obras de mejora es alcanzar un acuerdo entre las autoridades de ambos países. La cooperación policial, además de “extraordinaria” (como no se cansa de repetir nuestro Gobierno), debe empezar a ser “ordinaria” y “constante”. Es decir, que la colaboración no debe limitarse a un determinado acontencimiento o suceso, tiene que ser habitual y no puede fluctuar ni verse afectada por el momento que atraviesen las relaciones entre ambos gobiernos. Además, debe imperar la legalidad, un hecho que no siempre es tenido en cuenta por las autoridades policiales marroquíes ni por sus responsables políticos, a los que cuesta mucho hacerles entender cómo se gestiona la denominada ‘tierra de nadie’ para que no acabe convirtiéndose en una ‘tierra sin ley’.