Javier Nart Peñalver, político y escritor, actualmente eurodiputado de Ciutadans lleva en Melilla desde el miércoles empapándose de la realidad que impregna el día a día de la ciudad autónoma.
Hombre pragmático, de manifestaciones contundentes y enemigo de la hipocresía moral, como él mismo se define, ha visitado la vieja Rusadir para conocer de primera mano la situación de la inmigración irregular. Dentro su apretada agenda, que ha incluido visitas al CETI y al vallado fronterizo, ha buscado un hueco para atender a El Faro. Con Nart hemos podido charlar sobre la situación de intensa presión migratoria que soporta la ciudad y de su particular punto de vista sobre asuntos tan polémicos como los ‘rechazos en frontera’ –Melilla vuelve a ser noticia por la inmigración, en esta ocasión por la modificación legal que plantea el Gobierno para normalizar los ‘rechazos en frontera’ o ‘devoluciones en caliente’, como las llaman las ONGs. ¿Qué opinión le merecen las expulsiones de inmigrantes a pie de valla? –Voy a poner un ejemplo muy sencillo. Si mañana llego al aeropuerto de Barajas, bajo del avión y me planto delante del policía nacional con un pasaporte sin visado me mandan de vuelta a casa. ¿El pasillo que atravieso hasta llegar al control de documentación no es territorio español? En cualquier país del mundo, se entra en territorio nacional cuando fácticamente estás más allá de los perímetros básicos de acceso. –¿Cree que es un supuesto equiparable a lo que ocurre en la valla de Melilla? –Siguiendo con el simil, no es lo mismo entrar en un país con el pasaporte y el correspondiente visado que bajarte del avión empujando a la Policía Nacional, rompiendo cristales y dando patadas a todo lo que puedo. Eso es lo que pasa en la valla. –Sin embargo, en julio un informe firmado por expertos juristas apuntaba que cuando los inmigrantes tocan la primera valla ya están en territorio español y se les debe aplicar la Ley de Extranjería. –Insisto. No comprendo qué diferencia hay entre el ejemplo que he puesto y las vallas de Melilla y Ceuta. En el aeropuerto me devolverían al avión en el acto, incluso estando en el propio finger, desembarcando. ¿Eso es una ‘devolución en caliente o en frío’? Que me lo expliquen estos juristas. –Y pese a esto, el coronel de la Guardia Civil, Ambrosio Martín Villaseñor, ha sido imputado por un presunto delito de prevaricación relacionado con estas ‘devoluciones en caliente’ –Yo me pregunto qué haría nuestro ilustre Ministerio del Interior ante un acto que para mí, jurídicamente, es perfectamente defendible si no lo clarificara de forma radical y evidente. Aplicando los parámetros que se dan en todo el mundo, incluso en la extraordinaria Suecia, si llegas a cualquier lugar sin tu permiso, te devuelven. A mí han llegado ha expulsarme de Yakarta (Indonesia) por no tener un pasaporte con la antigüedad exigida. –Al hilo de este asunto, se habla mucho de la violencia en la valla, tanto por parte de los guardias civiles como de los inmigrantes. A través de las imágenes que ha podido ver, ¿qué opinión le merece? –Estoy convencido de que si a Cecilia Malmström (Comisaria de Asuntos de Interior en la Comisión Europea) le entran en su casa rompiendo la ventana para poder comer de lo que tiene en la nevera, sacará la Declaración Internacional de Derechos Humanos para que estas personas se fueran pacíficamente. Ni siquiera llamaría la Policía y si hubiera que llegar a ese extremo. le leerían a estas personas unos bellos poemas. La única violencia legítima es la del Estado Democrático, siempre y cuando sea proporcionada y oportuna. Los inmigrantes llegan a la valla con una violencia, no lógica, pero sí inevitable, sin poder aguantar ni un día más en el Gurugú. ¿Pero qué tiene que hacer la Guardia Civil? Por naturaleza, respeto a las Fuerzas de Seguridad de mi país porque es un país democrático. Si su comportamiento excede lo correcto, están los tribunales para sancionarlos. Eso no quiere decir que haya que apalear de manera indiscriminada, pero también he visto a algún agente caer desde cinco metros de altura en la valla. -Para cerrar el tema de los ‘rechazos en frontera’, ¿qué ocurre con los potenciales solicitantes de asilo? Las ONGs denuncian, por ejemplo, el caso de los inmigrantes de Mali. –Me gustaría encontrarme con alguien de ACNUR que tenga el cuajo de decirme que la gente de Mali huye de la guerra. ¿Un habitante de Bamako o de Tombuctú huye de la guerra? ¿Y para eso tiene que venir a Melilla? La guerra ha terminado. Está en el extremo norte, en la zona de montañas que limita con Argelia, pero de ahí no vienen. ¿Hay algún tuareg de Mali en el CETI? Solidaridad toda, pero no podemos caer en estas historias por ignorancia. En el caso de los sirios, su país sí está completamente invadido. Melilla desde Bruselas -Cambiando un poco de tercio, ¿cómo se ve Melilla desde la UE? No es la primera vez que la propia Malström o ONGs internacionales critican con dureza la situación que se vive aquí. –Para poder opinar hay que conocer y Melilla no está demasiado lejos de Bruselas. Además, aquí no necesitas un año para enterarte de lo que pasa. Claro, Malström, con el trasero cómodamente instalado en Bruselas pontifica sobre lo que desconoce y así les salen las cosas. -Hablamos de Malström por su cargo, pero también hay instituciones que critican duramente cuestiones como la instalación de la concertina. –La concertina es un tema duro. En África la utiliza ACNUR y todas las ONGs para proteger sus instalaciones de robos, no de gente que quiere enriquecerse, sino de hambrientos, robos famélicos. ¿Lo hacen bien allá y aquí hay una situación espantosa? No estoy a favor ni en contra de la concertina, pero sí de la hipocresía.