José Cobo, portavoz del Movimiento en Defensa del Arbolado en Melilla, no oculta su frustración al hablar sobre la situación medioambiental en la ciudad. En declaraciones a El Faro, Cobo se mostró muy crítico con la gestión de los recursos naturales en la ciudad autónoma, acusando a las administraciones locales de maltratar el medio ambiente y desoír las advertencias de los expertos. Las declaraciones de Cobo abren un debate profundo sobre el futuro ecológico de Melilla y las consecuencias de las políticas urbanísticas implementadas en los últimos años.
El Movimiento en Defensa del Arbolado lamenta que desde que Melilla cuenta con su Estatuto de Autonomía, hace ya más de 30 años, no se ha logrado establecer una Consejería de Medio Ambiente verdaderamente comprometida con la protección de los ecosistemas de la ciudad, lamentando que los políticos, en lugar de cuidar de la naturaleza, la hayan maltratado durante este tiempo.
Uno de los puntos más controversiales actualmente es, sin duda, el tratamiento del río de Oro, cuyo cauce ha sido objeto de un polémico proceso de limpieza. Cobo destacó que, aunque las autoridades anunciaron que la intervención se centraría en eliminar las especies invasoras, la realidad ha sido muy diferente. “Lo que entendemos por limpieza es retirar la basura, no eliminar la vegetación autóctona que es esencial para la biodiversidad y la protección de la ribera”, explicó el portavoz. Cobo se refiere específicamente a la eliminación de plantas como el cañizo, que aunque no es ideal en caso de riadas, no debería haber sido eliminada por completo. En su lugar, el carrizo, una especie autóctona que, según los ecologistas, es más eficaz para ralentizar las crecidas del agua, también fue erradicado.
El río de Oro, que históricamente ha contado con una vegetación ribereña variada, ha sido transformado, según Cobo, en una “autopista para el agua”. Esta metáfora describe el impacto negativo que la eliminación indiscriminada de vegetación tiene sobre la capacidad del ecosistema para gestionar las inundaciones, un fenómeno cada vez más frecuente debido al cambio climático. Cobo señala que la vegetación es esencial no solo para frenar la velocidad del agua, sino también para acumular sedimentos que ayudan a regular el flujo de los ríos.
Otras actuaciones
Otro de los aspectos que más preocupa al Movimiento en Defensa del Arbolado es el tratamiento de los arroyos urbanos de Melilla. En particular, el arroyo cercano al Instituto de Cabrerizas ha sido objeto de una limpieza que, para los ecologistas, no ha hecho más que agravar la situación. Según denuncia la organización, toda la vegetación autóctona ha sido eliminada y han dejado la basura acumulada en los arroyos, como electrodomésticos o neumáticos. A esto se suma la decisión de rellenar caminos naturales con escombros triturados, lo que, según Cobo, agrava la contaminación y reduce la capacidad de absorción de agua de la tierra.
Las políticas de limpieza también han afectado a otros espacios naturales importantes de la ciudad, tal y como han denunciado desde el Movimiento. El Parque Hernández, uno de los pulmones verdes de Melilla, muestra un panorama desolador, según el portavoz, con árboles muertos que no se reponen, mobiliario urbano deteriorado y un ambiente de abandono generalizado.
Este estado de dejadez refleja, para Cobo, la falta de interés real de la administración por mantener los espacios verdes de la ciudad. A su juicio, la Consejería de Medio Ambiente ha sido absorbida por la agenda urbanística, favoreciendo proyectos de construcción y expansión de la ciudad en lugar de apostar por la sostenibilidad y la conservación de los ecosistemas.
Además, Cobo apuntó que la falta de control sobre el vertido de residuos en zonas como la Plaza de España y otros parques emblemáticos de la ciudad demuestra una clara falta de eficacia en la gestión del medio ambiente.
Cobo no duda en calificar la gestión medioambiental de Melilla como un fracaso, plagado de un “descontrol absoluto”. Esta crítica se extiende también a las políticas de reforestación y plantación de especies autóctonas, que, según él, han sido sistemáticamente ignoradas. “A pesar de los esfuerzos de algunos grupos para naturalizar ciertos espacios, la administración sigue arrasando con lo que queda”, concluyó.
Cambio de enfoque
Ante este panorama, Cobo pide un cambio de enfoque en la gestión medioambiental de Melilla con una política de protección del medio ambiente que priorice la sostenibilidad y el respeto por la naturaleza. En su opinión, la ciudad necesita una administración que se tome en serio la protección del medio ambiente y la biodiversidad, y que no ceda ante intereses urbanísticos que pongan en peligro los recursos naturales de Melilla.
Las palabras de José Cobo reflejan una creciente preocupación en la comunidad ecologista de la ciudad, que ve cómo el deterioro medioambiental avanza sin que se tomen medidas eficaces para detenerlo. En un contexto de crisis climática global, Melilla parece estar viviendo su propia “noche oscura” en términos de políticas ambientales, según el portavoz, una etapa en la que el cuidado de la naturaleza se ha relegado a un segundo plano frente al desarrollo urbanístico.
La crisis ambiental y cultural en Melilla ha alcanzado un punto crítico, exacerbada por una clase política que parece desconectada de las necesidades a largo plazo de la ciudad y sus residentes. Según José Cobo, portavoz del Movimiento en Defensa del Arbolado, la administración local ha ignorado consistentemente los consejos de expertos y organizaciones ambientales, priorizando el desarrollo urbano a corto plazo sobre políticas sostenibles que podrían beneficiar a las generaciones futuras.
Mala Gestión Ambiental
Uno de los ejemplos más evidentes de esta mala gestión es el tratamiento del Río de Oro. Mientras las autoridades afirmaban que su intervención tenía como objetivo eliminar especies invasoras, la realidad ha sido mucho más dañina. La vegetación nativa, esencial para la biodiversidad y la gestión de inundaciones, ha sido erradicada. Cobo criticó la eliminación de plantas como el carrizo, una especie nativa que ayuda a ralentizar el flujo del agua y acumular sedimentos, vital para regular los ecosistemas fluviales. En cambio, el río se ha transformado en lo que Cobo describe como una "autopista de agua", aumentando el riesgo de inundaciones en una región ya vulnerable al cambio climático.
La situación no es mejor en otras áreas naturales de la ciudad. Los arroyos urbanos, como el que se encuentra cerca del Instituto de Cabrerizas, han sido despojados de vegetación nativa mientras la basura, incluidos objetos grandes como electrodomésticos y neumáticos, permanece. El uso de escombros triturados para rellenar caminos naturales ha degradado aún más estos ecosistemas, reduciendo la capacidad del suelo para absorber agua y exacerbando la contaminación.
Negligencia de los Espacios Verdes
Los espacios verdes de Melilla, como el Parque Hernández, también se encuentran en un estado de abandono. Los árboles muertos no son reemplazados, el mobiliario urbano se deteriora y la atmósfera general es de desamparo. Esto refleja una tendencia más amplia en la que las políticas ambientales de la ciudad son eclipsadas por proyectos de expansión urbana. La falta de esfuerzos de reforestación y el fracaso en plantar especies nativas destacan aún más el desprecio de la administración por la sostenibilidad ecológica.
Crisis Cultural y Política
Esta crisis ambiental está profundamente entrelazada con una crisis cultural. El liderazgo político en Melilla ha sido criticado por su falta de visión y conciencia cultural. Al centrarse únicamente en las ganancias inmediatas, han fracasado en implementar políticas que consideren el bienestar a largo plazo de los residentes y los ecosistemas de la ciudad. Expertos y grupos ambientales como el Movimiento en Defensa del Arbolado han ofrecido repetidamente orientación, solo para ser ignorados. Este enfoque miope no solo pone en peligro el medio ambiente, sino que también socava la identidad cultural y el patrimonio de Melilla, que está estrechamente relacionado con sus paisajes naturales.
Llamado al Cambio
Cobo y otros defensores del medio ambiente están pidiendo un cambio fundamental en la forma en que se gestionan los recursos naturales de Melilla. Abogan por el establecimiento de un departamento ambiental dedicado y competente que priorice la sostenibilidad y la biodiversidad sobre la urbanización. Esto implicaría repensar las políticas actuales, invertir en la restauración de hábitats naturales y hacer cumplir regulaciones más estrictas sobre la gestión de residuos y el desarrollo urbano.
En un momento de crisis climática global, la degradación ambiental de Melilla sirve como un recordatorio contundente de las consecuencias de ignorar los consejos de expertos y priorizar intereses a corto plazo. El liderazgo de la ciudad enfrenta una elección crítica: continuar por un camino de declive ambiental y cultural o adoptar un enfoque más sostenible e inclusivo que proteja el futuro de Melilla para las generaciones venideras.