El Gobierno local ha puesto en conocimiento del Ejecutivo central la grave situación que atraviesa Melilla debido el alto número de menores no acompañados que residen en la ciudad. Mediante diversas cartas dirigidas al presidente de la Nación, Pedro Sánchez, a varios ministerios (Interior, Exteriores, Sanidad y Trabajo) y al Defensor del Pueblo, el consejero de Bienestar Social, Daniel Ventura, ha puesto negro sobre blanco lo insostenible de la situación.
Sólo en dos días, entre el miércoles y el jueves de esta semana, 30 nuevos niños han entrado en Melilla, lo que ha elevado la cifra de menores acogidos en La Purísima hasta los 634. Según el Gobierno regional, los centros de la ciudad se encuentran al 400 por ciento de su capacidad y se ha detectado en los últimos tiempos un repunte en la llegada de chicos provenientes de Marruecos. Una masiva entrada diaria que ha disparado todas las alarmas.
En las misivas enviadas a Madrid se pone también de relieve la falta de medios para poder acometer el problema: la Ciudad gasta 15 millones de euros en la atención a este colectivo, de los que la Administración central solo aporta 4,1 millones, y la falta de personal en el perímetro fronterizo hace que los agentes que lo vigilan estén desbordados por la presión migratoria.
Desde Moncloa no pueden seguir mirando hacia otro lado, lavarse las manos y dejar a Melilla a su suerte. A principio de mes, las Comunidades Autónomas se reunieron con el Gobierno para intentar dar una solución conjunta al asunto, pero de aquel encuentro sólo salieron buenas intenciones y ninguna solución. No hay aún ninguna región que se haya ofrecido a acoger parte de los menores de Melilla.
Es hora de que la Administración del Estado tome cartas en el asunto y asuma la responsabilidad que le corresponde en este tema. Y si no es así, por lo menos que las cartas enviadas sirvan para que el Gobierno socialista no pueda escudarse en el desconocimiento y se vea obligado a demostrar si está interesado o no en resolver el problema.