El Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes de Melilla es desde hace unos días un escenario tomado por la inquietud, la incertidumbre y la preocupación. Los trabajadores que acuden a diario al CETI relatan situaciones muy tensas que no presagian nada bueno. Existen problemas enquistados que esperan una solución que nunca llega, como la propia naturaleza del centro, ideado con un objetivo que aparece reflejado en su propia denominación (‘Temporal’) y que, sin embargo, las circunstancias han convertido en algo muy distinto. Hoy el CETI es más bien una especie de centro penitenciario donde se cumple prisión provisional en régimen abierto a la espera de recuperar la libertad total a través de una arbitraria decisión administrativa.
Esa extraña situación en la que se encuentran los internos les lleva muchas veces a la desesperación y genera verdaderos momentos de tensión por una convivencia que a veces resulta difícil. Y que otras veces, como ocurre en los últimos días, no presagia nada bueno.
La situación que se vive en el CETI de Melilla tras la continua llegada de inmigrantes no es desconocida para nadie que quiera tener los ojos abiertos. La conocen, evidentemente, los internos, los trabajadores, la Dirección del centro y los responsables políticos de su gestión. Los problemas que se registran estos días hay que percibirlos como el aviso de que puede ocurrir algún hecho grave. Quienes tienen en sus manos tomar ahora alguna solución no pueden cerrar los ojos o mirar para otro lado. No basta con reconocer hoy la existencia de esos problemas para evitar mañana asumir las consecuencias de no haber adoptado ninguna medida para intentar solucionarlos.