En los últimos meses, la subida de precios que se ha producido en el país ha afectado a gran parte de la población española. En Melilla, muchos ciudadanos también se encuentran asfixiados por este incremento y, en estos tiempos, aseguran que hay que “apretarse el cinturón”, porque no queda otra.
El encarecimiento de los productos básicos de alimentación ha sido donde más lo han notado los melillenses. Pescado, carne, frutas y verduras se han encarecido desde hace meses. Hacer la compra se ha vuelto una de las actividades más complejas en el día a día de muchas personas. Una situación que, contaban algunos melillenses a El Faro, se está volviendo insostenible y no lo están llevando nada bien en casa.
Y es que, según reveló la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) en uno de sus últimos estudios, la cesta de la compra ha llegado a subir hasta un 15,2% en 2022. Una de las mayores subidas producidas en treinta y cuatro años, tal y como destacaba la organización.
Pero no sólo en los productos de alimentación se ha visto reflejado este incremento. La vuelta al cole ha supuesto un mayor esfuerzo para muchas familias este año. La inflación ha hecho mella en muchos sectores y este también ha sido uno de ellos. La cuesta de septiembre se ha vuelto más empinada para un gran número de padres, entre los que ha habido casos que han tenido que pagar hasta 400 euros por los libros de texto. Y la cosa empeora si tienen más hijos en edad escolar en casa.
También lo han sido las energías, el alquiler o el combustible. Por eso muchos melillenses coinciden en el mismo punto: la vida ahora está más cara que nunca.
Abdeselam es un ciudadano melillense. Asegura que aunque su mujer y él son una pareja privilegiada porque son médicos, muchos de sus familiares (incluidos sus hijos) sí que están sufriendo esta situación, por lo que la conocen de muy cerca, y siempre les ayudan en la medida de lo posible.
El alquiler es donde más lo notan. Él, por ejemplo, ayuda a su hija a pagar la renta de arrendamiento. La vivienda, el ocio o los viajes es donde más se nota y hay que estar “apretándose” el cinturón. “La clase media y baja son las que tienen que soportar la subida de precios y del IPC”, dice.
En cuanto al tema de la comida, dice que en eso siempre puede ajustarse mejor y comprar un tipo de productos u otros (como marcas blancas) o en diferentes establecimientos.
Por otro lado, Abdeselam opina que deberían crearse medidas que permitan poner fin a este escenario. La principal de ellas: crear empleo. Melilla registró un aumento del paro en 583 personas durante el mes de septiembre. Cifras que, al contrario que muchos otros años en los que han disminuido, no han parado de subir durante los meses de la época estival.
Actualmente la ciudad autónoma cuenta con un total de 8.399 desempleados, según datos ofrecidos por el Servicio Estatal de Empleo Público (SEPE). Supone un incremento del 10,17% respecto a 2021.
Por este motivo, piensa que lo fundamental sería crear puestos de trabajo en la ciudad (a través de planes de empleo, por ejemplo).
Otro ciudadano, José, cuenta que en casa han tenido que hacer recortes porque “la vida ha subido bastante” y “la bolsa de la compra no es la misma que antes”. Junto al pescado, la leche, el pollo y el arroz son de los productos alimenticios que no han parado de subir durante el verano. “Antes comprabas por cuarenta euros. Ahora sube a sesenta fácilmente”, declara.
Este melillense cuenta a El Faro que a la hora de hacer la compra no han reducido su consumo en exceso, pero sí que miran mucho más los precios. También han tenido que recortar a la hora de vestirse y disminuir el número de prendas que compraban, además de cuidar más las que ya tienen.
“Hemos tenido que recortar en todo. También en gasolina y luz. Los sueldos no son los mismos”, apunta.
Él ha notado que el nivel de calidad de vida ha disminuido bastante en general. Si antes, cuando llegaba el fin de semana, salía a comer fuera de casa dos o tres veces al mes, ahora solo lo hacen una sola vez. “También hemos tenido que recortar en ese aspecto”, señala.
Para Pila, una joven melillense, la cosa está “bastante chunga”. A los efectos que arrastra la sociedad española después de la pandemia del coronavirus, se le unió la Guerra de Ucrania y la inflación, entre otros factores. Un ambiente de “crisis” al que, según ella, no queda más remedio que “saber adaptarse” porque estos son los nuevos tiempos.
Ella explica a este diario que ha recortado especialmente en “caprichos” que antes podía permitirse perfectamente y ahora, sencillamente, no. Al igual que José, si antes salía a comer fuera de casa todos los domingos, ahora ya no lo hace y come más en casa, para ahorrar.
El ocio es a lo que muchas personas han preferido prescindir antes que otras cosas más esenciales. Tomarse una cerveza sentado en una terraza se convierte cada vez más en un lujo que no todos pueden permitirse. Reunirse con los amigos en casa es la opción que gana más peso entre aquellos melillenses que tienen que “apretarse el cinturón” durante estos meses de “vacas flacas”.
Antonio cree que la subida de precios es una clara certeza. “Cada vez nos cuestan más las cosas” y, por tanto, es donde más se tiene que mirar actualmente.
Señala que, en su caso, ha recortado en artículos que no son de primera necesidad: si antes podía permitirse un determinado producto que realmente no hacía tanta falta, ahora se lo piensa más de dos veces e intenta ir a los de gama blanca y evitar las grandes marcas.
Por otro lado, en casa también han tenido que recortar el consumo de muchos aparatos eléctricos, como a la hora de poner lavadoras o de cocinar.