El consumo eléctrico total en Melilla se mantiene un 4,44% por debajo de los niveles registrados antes de la pandemia, a pesar del repunte sostenido en sectores como el industrial y el doméstico. Así lo recoge un informe publicado por Papernest en diciembre de 2025, basado en datos de la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC), que analiza la evolución energética de la ciudad autónoma entre los años 2019 y 2024.
Según el documento, Melilla pasó de consumir 203.731 megavatios hora (MWh) en 2019 a 194.693 MWh en 2024. Esta disminución acumulada durante cinco años refleja el impacto profundo y prolongado que tuvo la crisis sanitaria sobre la actividad económica local.
La demanda energética tocó fondo en la primera mitad de 2023, a partir de donde inició una recuperación progresiva que, sin embargo, no ha conseguido todavía devolver a la ciudad al punto de partida anterior a la pandemia. El consumo actual muestra una estructura distinta a la de 2019: más estable, pero también más contenida. Esto responde a cambios duraderos en la movilidad, el empleo, el funcionamiento de los servicios y la actividad económica en general.
Dentro de este nuevo escenario energético, el sector industrial ha liderado la recuperación. Entre 2022 y 2024, el consumo de electricidad en la industria aumentó un 6,98%, situándose en 69.692 MWh. Este crecimiento se acompaña de un leve aumento del 1,52% en los puntos de suministro industriales, lo que indica que el repunte no está relacionado con la aparición de nuevas empresas, sino con una mayor actividad en las ya existentes. La industria, por tanto, ha mostrado una capacidad notable de adaptación y resistencia, incluso en un contexto marcado por la inestabilidad de otros sectores.
El sector doméstico también ha registrado una evolución positiva en este periodo. El consumo eléctrico en los hogares creció un 4,71% entre 2022 y 2024, mientras que los puntos de suministro residenciales aumentaron un 1,49%, alcanzando un total de 32.865.
Esta diferencia entre el número de viviendas conectadas y el volumen de energía consumida apunta a un incremento en el uso de electricidad por hogar, probablemente vinculado a nuevos hábitos adquiridos durante y después de la pandemia.
Entre ellos podrían estar una mayor permanencia en casa, el teletrabajo o el uso intensivo de electrodomésticos y dispositivos electrónicos. Esta tendencia implica un aumento de la presión sobre la red, que requiere una gestión más eficiente y una planificación que tenga en cuenta estos nuevos patrones de demanda.
En contraste con estos datos positivos, el sector de las pequeñas y medianas empresas sigue siendo el más afectado. Las pymes han reducido su consumo en un 3,29% en el mismo periodo, pasando de 43.514 MWh en 2022 a 42.083 MWh en 2024. Además, han perdido puntos de suministro, con una caída del 0,57%.
Esta evolución confirma que las pequeñas empresas melillenses tienen más dificultades para recuperar su actividad en comparación con otros sectores. La situación puede deberse a factores como cierres de negocios, dificultades financieras, menor inversión o una baja capacidad de adaptación a las condiciones del mercado tras la pandemia. El informe advierte que la fragilidad del tejido de pymes ralentiza el conjunto de la recuperación económica en la ciudad y limita la consolidación del consumo energético global.
Uno de los datos más destacados del informe de Papernest es que Melilla encabeza el crecimiento nacional en número de puntos de suministro eléctrico. Entre 2019 y 2024, la ciudad ha incrementado su red en un 4,13%, superando en un 21,23% la media nacional. En total, hay 34.148 puntos de suministro en activo.
Esta expansión de la infraestructura eléctrica contrasta con la caída del consumo total, y refuerza la idea de que las causas de la menor demanda no son técnicas, sino económicas. La ciudad dispone hoy de una red más extensa y moderna, pero aún no alcanza el nivel de consumo previo a 2020.
El informe, basado en datos oficiales actualizados a agosto de 2025, concluye que Melilla se encuentra en una etapa de transición energética, con señales claras de recuperación en los hogares y la industria, pero con importantes desafíos pendientes en el sector empresarial. La ciudad ha ampliado su capacidad de suministro, ha modificado sus patrones de consumo y empieza a recuperar cierta actividad, pero no lo hace de forma homogénea.
La recuperación completa dependerá en buena medida de que las pequeñas y medianas empresas logren estabilizarse, aumentar su actividad y contribuir, con ello, a un restablecimiento más sólido del tejido económico y energético local.







