Se produjo ayer una situación cuanto menos singular a costa de los datos que apuntan a que Melilla es la región de España donde más fracaso escolar existe, con un 26% de la población entre 18 y 24 años, que ni sigue los estudios, ni tampoco se forma en cualquier profesión. El caso es que se preguntó al respecto a la directora provincial de Educación, Elena Fernández Treviño, y ante su silencio fue el consejero, Miguel Ángel Fernández, quien dio la cara frente a una cuestión que compete en exclusiva al Ministerio en Madrid.
Fernández aseguró que desde su Consejería se trabajará para revertir esa situación de abandono escolar temprano cuando, en realidad, su departamento poco o nada puede hacer más allá que encargarse de mantener los centros (por cierto, hechos unos zorros) y prestar cierta ayuda contratando técnicos de infantil o colaborando en la compensatoria. El representante popular fue desde luego un alivio para Treviño, que se fue de rositas sin decir absolutamente nada respecto de algo tan importante y, al mismo tiempo, negativo, como es ese porcentaje de jóvenes melillenses que dejan de estudiar e incluso pasan de la FP.
La educación es responsabilidad directa de la ministra Pilar Alegría y, por lo tanto, de su representante en Melilla, es decir, Elena Fernández. ¿A qué viene el consejero del PP a darle de forma inexplicable ese balón de oxígeno? La situación, por absurda, no es menos preocupante ante la evidencia de la escasa capacidad de reacción de quien gestiona un presupuesto público de varios millones de euros.
Y para más inri, no supo contestar a qué se debe semejante dato tan poco compasivo con la imagen de la ciudad. No se le pasó siquiera por la cabeza aludir a que eso es cosa del Ministerio y es el Gobierno de Pedro Sánchez el que debe poner las medidas adecuadas y necesarias para que el próximo año, el porcentaje de fracaso escolar se reduzca en todo lo posible. Dijo que sería cuestión de entrar en "muchos estudios socioeducativos, culturales, demográficos para ver exactamente cuáles son las causas".
Sin ir más lejos, sindicatos como CSIF lo tienen mucho más claro que el mismísimo consejero de Educación. La organización sindical cargó el mismo miércoles contra la "desatención" de un Ministerio al que acusaron de estar lejos de la ciudad tanto física como administrativamente. Y el presidente, Luis Escobar, docente de profesión, denunció lo que consideró un abandono a la hora de reunirse con trabajadores y sus representantes para negociar medidas que pudieran paliar las deficiencias existentes.
Mientras el discurso del presidente Imbroda y otros miembros del Gobierno melillense van por la línea de resaltar la gratuidad de las escuelas infantiles a partir de septiembre o la necesidad de contribuir a la educación como consecuencia de la falta de atención que presta el Ministerio, este consejero va por libre, asume responsabilidad en el fracaso escolar contestando él a la pregunta de los periodistas salvándole el cuello a la directora provincial y se compromete a trabajar para revertir lo negativo del porcentaje de abandono escolar.
Treviño debe estar muy contenta con este consejero, que le saca las castañas del fuego delante incluso de los representantes ministeriales que visitan Melilla, que evitaron a toda costa tener que pronunciarse sobre la cuestión.