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La globalización da otro color y otro sentido al tradicional Día de los Difuntos l Muchos padres ya han adquirido un disfraz para sus niños
El desgaste fonético de la expresión inglesa ‘All hallow's eve’, traducida como víspera de todos los santos, ha permitido a la industria del consumo convertir ‘Halloween’ en toda una mina de productos que hemos asumido ya como tradicionales.
Aunque la fiesta en sí se celebre mañana por la noche, muchos negocios llevan días mostrando sus más horribles galas con arañas colgando de los escaparates y calabazas repartidas por cada esquina.
Así, Halloween sigue calando cada año más, al menos, en su vertiente más lúdica, que consiste en disfrazarse y acudir terroríficamente vestido a fiestas de centros educativos, restaurantes, bares y discotecas.
Dráculas, fantasmas, muertos y momias son los clásicos y triunfadores en ventas para la celebración de la noche de los muertos vivientes. Farah, al frente de la Casita de Minnie’ conoce cuáles son las preferencias entre los más pequeños: “A las niñas les sigue gustando ir de brujita o de vampiresa y este año, entre los niños, el disfraz de esqueleto ha sido el más reclamado”, asegura.
Cuenta que los atuendos que ofrece son de calidad “media alta” y que pueden adquirirse a partir de los “25 euros”.
Espera que la gente se anime a efectuar las últimas compras, aunque reconoce que el “boom” comercial ya ha pasado. “Las fiestas de Halloween en los colegios fueron el pasado viernes, por lo que creo que los más pequeños ya cuentan con su disfraz”, dice.
Aunque la jornada más terrorífica del año tiene una mayor conexión con la infancia, muchos adolescentes y adultos también se animan a transformarse, durante una noche en bruja, zombi o momia. Para dar más autenticidad al disfraz suelen tirar de maquillajes especiales. “Durante estos días, las principales demandas son pintalabios y pintauñas negro, sombras blancas y oscuras así como bases muy claras”, explica Rosa María de la Perfumería Elisio.
Literatura de miedo
El mundo de la literatura también se aferra a la fiesta de las brujas para relanzar las ventas. Para pasar una velada literaria de terror y misterio Ino Hernández, de la librería Mateo, recomienda. “Son historias para niños con muchas ilustraciones”, cuenta. “Hemos vendido alrededor de 100 ejemplares y eso para una ciudad como Melilla es mucho”, afirma.