El ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel García-Margallo, fue nombrado Hijo Adoptivo de la ciudad en agradecimiento a la labor realizada en beneficio de Melilla durante su carrera política.
El Salón Dorado del Palacio de la Asamblea se vistió en la jornada de ayer con sus mejores galas para el acto de nombramiento como Hijo Adoptivo de Melilla del ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel García-Margallo. El evento también sirvió para realizar un homenaje a los primeros senadores que tuvo la ciudad con la llegada de la democracia, Juan Ríos y Rafael Ginel Cañamaque, ambos ya fallecidos y cuyos familiares estuvieron ayer entre el público. En definitiva, un sentido recuerdo a aquella primera terna de parlamentarios que lucharon por una Melilla mejor en unos tiempos difíciles y de incertidumbre política.
Tras intervenir el presidente autonómico, Juan José Imbroda, al ministro de Asuntos Exteriores la fue impuesta la insignia que le reconoce como Hijo Adoptivo de Melilla. En palabras dirigidas a los asistentes, García-Margallo afirmó que era “el discurso más complicado de su carrera” por la emotividad del acto. “Es la distinción más querida de mi vida. Dicen que la mayor alegría es la que no se espera y éste ha sido el caso”, afirmó.
El ministro recordó que en su familia hay cuatro generaciones que se han dedicado a la defensa y desarrollo de Melilla, comenzando por su bisabuelo, el general Juan García-Margallo, que falleció en la ciudad en 1893 durante la campaña del Rif. No acaba aquí la carrera castrense de su familia en la vieja Rusadir, pues su abuelo, miembro del Regimiento de Cazadores de Alcántara, del 14 de Caballería, falleció en Monte Arruit durante la guerra. “La de mis hijos será la quinta generación ligada íntimamente a Melilla”, aseguró el ministro ante los asistentes.
También rememoró los primeros días de la democracia, aquellos en los que fue el primer diputado a Cortes por Melilla, concretamente en 1977. “Yo apenas tenía 33 años cuando la ciudad comenzó a verme crecer como político”, destacó. Así, recordó los esfuerzos realizados para sentar las bases del marco autonómico de Melilla en la Constitución de 1978, el cual se desarrolló años después, así como las ventajas fiscales de las que disfruta la ciudad por su alejamiento de la península.
“Creíamos en lo que decíamos”
“Muchas veces me preguntan por qué nos votaba la gente en aquella época. La razón es porque creíamos firmemente en lo que decíamos, sin marketing alguno de por medio”, aseveró el ministro. En la misma línea recalcó que la única política que se puede llevar cabo desde el Ministerio de Asuntos Exteriores es la de actuar “como el país grande que somos”.
Entre aplausos y tras fundirse en un abrazo con los familiares y amigos que había entre el público, concluyó el acto. Momentos después, el ministro visitó el Tercio Gran Capitán Primero de la Legión y acto seguido se desplazó al Panteón de los Héroes, situado en el Cementerio de La Purísima.
“La secesión de cualquier región es dolorosísima”.
Durante el acto de ayer, García-Margallo señaló que “en estos tiempos que corren, dividir, separar y restar” solamente llevará a la “inacción y la irrelevancia” de aquellas regiones que opten por la “secesión”, al tiempo que también “debilitará a España”.
El ministro afirmó que la única autonomía que entiende “es la de la integración competitiva para hacer más grande España, para que pueda tener más importancia en el seno de la Unión Europea (UE) y en un mundo globalizado”.
“La secesión de cualquier región de España no es sólo dolorosísima desde el punto de vista intelectual, sino que es una amputación dolorosísima desde el punto de vista personal”, manifestó. El ministro aseguró que cualquier división impediría realizar la misión que el Gobierno le ha encargado, “que es la defensa de España en el exterior”.