Joaquín Antonio Villegas Romera es padre, esposo, cristiano y, desde hace unas semanas, el primer diácono ordenado en Melilla. El obispo de Málaga celebró la ceremonia en la iglesia del Sagrado Corazón.
¿Puede un hombre casado dar la comunión, bautizar o casar? La respuesta es sí, aunque a muchos cristianos les sorprenda. Hace unas semanas, Joaquín Antonio Villegas Romera fue ordenado diácono en una ceremonia celebrada en la iglesia del Sagrado Corazón de la ciudad y bajo la protección del obispo de la diócesis de Málaga, a la que pertenece Melilla. Villegas Romera indicó en declaraciones a ‘El Faro’ que se sentía muy feliz y contento y que esperaba estar al servicio de la comunidad de Melilla.
–¿Cómo surge el ser ordenado diácono?
–El tema de diácono no es muy conocido. Cuando alguien ve en una eucaristía a un sacerdote o un obispo sí los distingue, pero desconoce esta figura del diácono. Yo no sabía cuál era su función, pero un día sentí curiosidad por saber en qué consistía esta figura dentro de la Iglesia y me explicaron que hacía los mismos trabajos que yo, sólo que estaba ordenado. Llevo trabajando en Santa María Micaela desde los catorce años y ahora tengo 49, con lo que son 34 años ayudando en la parroquia. Así que me animaron a solicitarlo. Algunos me comentaron que primero me pusiera a estudiar, pero no es así como se debe proceder. El primer paso es solicitar al obispado ser diácono y luego ir cumpliendo con todo lo que te van pidiendo a lo largo de este camino.
Más de diez años es el recorrido de este cristiano desde que descubrió qué era un diácono hasta que se ha ordenado como tal hace unas semanas. Uno de los requisitos que se piden es estudiar al menos tres años de Ciencias Religiosas, lo que ha llevado más tiempo del que él quería, ya que entre la familia, el trabajo y la parroquia sólo contaba con los veranos para preparase entre seis y ocho asignaturas de cada curso. No obstante, su interés hizo que en más de una ocasión fuera a la playa cargado de libros y que en el mes de mayo finalizara estos estudios, pudiendo continuar con los requisitos exigidos por el Obispado para ser diácono de la Iglesia.
Además de cursar estos estudios, otra de las exigencias para recibir esta ordenación es trabajar en la parroquia. Villegas Romera comenzó en Santa María Micaela como catequista de niños, una labor que él pensaba que le serviría para el futuro, pues quería cursar Magisterio. Aunque nunca llegó a ser profesor, sí que continuó trabajando en la parroquia.
“Otro requisito que tenía que cumplir es ser acólito lector, es decir, la persona que está al servicio de la mesa del altar, para ayudar a poner el pan y el vino en la eucaristía y luego retirarlo todo”, según comentó Villegas Romera. Este nombramiento ya lo recibió en su parroquia y al completar los estudios ya pudo volver a solicitar al Obispado qué trámites eran los siguientes para obtener el diaconado.
Para terminar este proceso, la familia de este cristiano tuvo que firmar su consentimiento de que estaban de acuerdo con la ordenación de su esposo y padre. No se trata de una decisión personal, según comentó, sino que implica a toda la familia y además, es una ordenación que sólo puede realizar el obispo, al contrario que ocurre con otros sacramentos como la confirmación, en la que se puede realizar una autorización especial a un sacerdote para que la lleve a cabo.
– ¿Por qué se solicita este permiso de la familia para ser diácono? ¿Hay algún cambio en su vida?
–Como miembro de la iglesia lo primordial es la familia. La vida familiar continúa igual. Beso por donde vaya mi esposa, la admiro mucho y la tengo en muy alta estima, porque es una mujer que se ha implicado en la iglesia, es catequista y es directora de Cáritas Interparroquial. Los dos hemos trabajado conjuntamente en la parroquia, pues somos catequistas de adultos, de los cursillos prematrimoniales e infantil. Nos conocimos en la iglesia y nos hemos casado allí. Mis hijos, como familia cristiana, forman parte de esta decisión.
“La gente preguntaba que si al ser una persona casada podía hacerlo y sí, siempre y cuando tenga más de cinco años de casado, que es mi caso”, comentó Villegas Romera sobre uno de los requisitos de ser ordenado diácono y si queda viudo no podrá volver a casarse. En este sentido, el obispo le ordenará una misión, al igual que un sacerdote, y entre las diferentes funciones que puede hacer están las de casar, bautizar y enterrar. En cambio, no podrá consagrar ni confesar.
“Tenemos una visión de la Iglesia que no es la adecuada. Pensamos que es cerrada y no es así, hay muchos campos y, en este caso, lo estamos viendo”, destacó.
– ¿Una mujer puede ser diácono?
–El hombre es el que tiene la opción de acceder al diaconado. Pero podemos luchar para que haya la posibilidad de que el día de mañana entren las mujeres. Una amiga me decía que, ahora que estaba más cerca, luchara para que las mujeres puedan ser algún día diaconos. Por desgracia las vocaciones se están perdiendo y hay muy pocos seminaristas. Hay sacerdotes en la península que llevan cuatro o cinco pueblos y se tienen que distribuir y no puede dar la comunión en todos. Por eso el diácono es una figura importante, aunque no puede consagrar, pero sí dar la comunión de la reserva que haya en el sagrario y realizaría la eucaristía normal sin el acto de consagración.
–¿Tiene una idea de cuál será su misión?
–Los diáconos se crearon porque los apóstoles se dedicaban a evangelizar y a la caridad, pero llegaba un momento en el que no podían atender a todas las personas. Por ello formaron a los diáconos para que se dedicaran al servicio de la caridad, en los enfermos, en las cárceles, y cáritas, o en los sitios donde haga falta. Otra misión que tiene, aunque nuestro obispo no es tan favorable, es estar en las parroquias, ya que este trabajo lo realizan los sacerdotes. En cambio, cuando hay pocos es una gran ayuda. Los diáconos están para el servicio de la caridad, pero no debe de dejar de alimentarse del centro de la vida cristiana, que es Cristo, por eso es un miembro más de la eucaristía.
- ¿Cómo podemos diferenciar a un sacerdote de un diácono en la celebración de la eucaristía?
-Los sacerdotes llevan la casulla redonda y abierta y el diácono lleva la dalmática que tiene mangas y es más ajustada al cuerpo, aunque puede ser que no la lleve porque se utiliza en eucaristías solemnes, como bodas o bautizos y fiestas especiales. La diferencia que suele verse es la estola, pues los sacerdotes la llevan caída hacia delante y los diáconos travesada de izquierda a derecha.
–¿Cómo se siente tras esta ordenación?
–Estoy contento y feliz y espero estar al servico de la comunidad de Melilla porque para eso me he ordenado para estar al servico de la caridad y de la gente que me necesite. Estoy disponible a lo que me mande el señor obispo y lo que me encuentre más adelante.