Nuestro país vecino no parece muy dispuesto a cumplir los acuerdos alcanzados con Pedro Sánchez en lo que se refiere a las ciudades de Melilla y Ceuta. Las autoridades alauitas firmaron con el Gobierno español un acuerdo por el cual las partes se abstendrían de hacer nada que ofendiese a sus “esferas de soberanía”.
Sin embargo, desde abril de 2022 cuando se restablecieron las relaciones bilaterales y se alcanzaron los pactos, no ha perdido ocasión de exhibir su afán anexionista con respecto a las ciudades españolas en el norte de África.
En octubre pasado ya España le tuvo que recriminar a Rabat que tachara concretamente a Melilla de “presidio ocupado” ante la ONU cuando las naciones unidas le afearon la actuación policial que acabó con 23 muertos en la valla fronteriza de Barrio Chino.
Marruecos vuelve ahora a la carga a costa de quejarse de que el vicepresidente de la Comisión Europea, el griego Margariti Schinas, hablara de Melilla y Ceuta como “fronteras de España y de Europa”. Lo curioso es que los marroquíes hacen estos reproches dos años después de que Schinas hiciera esas declaraciones, que guardaban relación con el suceso de Ceuta, cuando unos 10.000 marroquíes, sobre todo menores, entraron en la ciudad ante la pasividad de Rabat.
Dado el tiempo transcurrido entre las manifestaciones del político griego y la carta de los alauitas, cabe preguntarse si Marruecos no estaría buscando adrede un motivo de confrontación diplomática con España, toda vez que los grandes diarios nacionales señalaron la posibilidad de que el vecino del sur estuviera detrás de la supuesta compra de votos por correos e intentar influir en los resultados electorales de Melilla.
Sea como sea, lo cierto y verdad es que los marroquíes no están en absoluto por la labor de cumplir sus propios compromisos con España. Ya no se trata solo de no molestarse mutuamente en esas “esferas de soberanía” sino de otros detalles, como la siempre pospuesta reapertura de la aduana comercial que, según parece, tiene un calendario y una hoja de ruta pero nunca nadie ha sabido de ello.
Por mucho que el Gobierno español se empeñe y proteste con una nota verbal ante la embajada marroquí, Rabat no va a ceder tan fácilmente en su idea de asfixiar a la ciudad. De ahí que sea muy interesante la idea de Renew Europe de que sea la propia Unión la que se encargue de parar los pies a Marruecos y le recuerde que no estamos solos en el mundo.
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