Mohamed VI adopta esta medida tras el suicidio de una vendedora que tuvo un altercado con policías.
El rey Mohamed VI de Marruecos ha “ordenado” poner fin al “desorden” en el que trabajan los más de 250.000 vendedores ambulantes en el país y ha encargado a un comité desarrollar un plan para encontrar una solución a este problema.
El diario marroquí Al Massae publicó ayer que el Rey ha dado estas instrucciones al Gobierno después de que una mujer, vendedora ambulante de ‘baghrir’ (tortas locales) se suicidara quemándose viva en la ciudad de Kenitra, al norte de Rabat, tras una pelea con agentes municipales que le impidieron trabajar en la calle en un enfrentamiento que distintos medios calificaron de humillante.
Según el plan desvelado a grandes rasgos por el ministro delegado del Interior marroquí, Charki Drais, la idea es dotar a los ambulantes de espacios reglados en las distintas ciudades con horarios definidos, condiciones que preserven su “dignidad” y tratar de evitar las frecuentes trifulcas con los agentes.
Aunque no hay cifras exactas, en 2011 el Ministerio de Comercio e Industria calculó que había 276.000 vendedores ambulantes, cuyos ingresos mantenían a 1,38 millones de personas, pero que suponían para el Estado unas pérdidas de 478 millones de dirhams (unos 43 millones de euros) ya que no pagan impuestos ni licencia.
En el comercio ambulante, frecuente en los centros de todas las ciudades marroquíes, puede encontrarse frutas y verduras, pan y tortas, copias piratas de CDs, ropa falsificada o usada, teléfonos móviles y hasta bicicletas traídas desde Europa o robadas.
Agentes de las Fuerzas Auxiliares patrullan con frecuencia las calles de los zocos marroquíes y confiscan la mercancía que encuentran en el suelo.