MARRUECOS es tan distinto como lo era España cuando el entonces ministro de Información y Turismo, Manuel Fraga, promovió una campaña enfocada al turismo exterior bajo el slogan ‘Spain is different’.
Corrían los años 60 y, efectivamente, nuestro país era diferente. El mensaje que el régimen franquista quería hacer llegar a los potenciales visitantes extranjeros se centraba en el exotismo y la diversidad los paisajes españoles. Por el contrario, en ‘casa’ se entendió el slogan como una perfecta descripción de lo que era en ese momento España, un país cuya situación política no tenía nada que ver con las democracias que regían la vida de los ciudadanos que residían al norte de nuestra frontera.
En aquella época, el regreso de los emigrantes españoles a su país para disfrutar de unos días de vacaciones representaba para ellos un viaje al pasado. Les obligaba a dejar colgados en la taquilla de la aduana, junto al mono de trabajo, los derechos que les asistían como ciudadanos en los países donde se ganaban la vida fuera del país que les vio nacer.
Hoy, si Manuel Fraga viviera y tuviera que describir Marruecos, también diría que es ‘different’. Podemos ver un ejemplo del exotismo y de la diversidad de sus paisajes en la página 23 de la edición de hoy de El Faro de Melilla. Y en este mismo periódico (página 4) también podemos observar cómo los emigrantes marroquíes tienen que desprenderse en el paso fronterizo de Beni Enzar, antes de entrar en su país, de los derechos que les asisten como ciudadanos en toda la Unión Europea. De hecho, cuando pongan un pie en Marruecos, pocos osarán preguntar al funcionario de turno por qué ha tenido que permanecer bajo el sol hasta cinco horas, con su familia, los niños, el coche atestado de equipaje, después de un largo viaje por carretera y tras una incomoda travesía en barco. No lo preguntarán porque es muy propable que reciban una respuesta muy diferente a la que pueden esperar en este lado de la frontera. No lo harán porque en Marruecos sólo preguntan los aduaneros. Es muy probable que se limiten a callar porque todos saben que, aunque están en marcha algunos cambios en Marruecos, todavía su país es ‘different’.
En cambio, nuestro país ya no tiene nada que ver con aquella España del ingenioso slogan de Manuel Fraga. Aquí si se puede preguntar para qué sirve una millonaria inversión como la que se está haciendo en el puesto español de Beni Enzar si la fluidez en la frontera sigue dependiendo de con qué pie se levante el jefe de los aduaneros de turno y de su interés por no dejar pasar ni una sola de las típicas ‘rascas’ que mueven la actividad burocrática marroquí. Aquí se puede hacer esa pregunta; otra cosa es que algún responsable del Ministerio del Interior la conteste. Han pasado los años, pero nuestros paisajes siguen manteniendo parte de aquel exotismo y de aquella diversidad.