La GUARDIA civil arrestó el pasado sábado a dos mujeres por abandonar a sus hijos en Melilla. Las dos detenidas fueron localizadas en compañía de los menores, que eran residentes del Centro de La Purísima. Tras analizar el caso, el juez decretó que ambas fueran acompañadas, junto a los niños, a la frontera y devueltas a Marruecos.
Que padres marroquíes dejen a su suerte a sus hijos en nuestra ciudad se ha convertido ya en una costumbre. Un hecho que, por habitual, no deja de ser terrible y explica la situación de desesperación y necesidad que viven algunas familias en el país vecino. Sin conocer la situación personal de estas dos mujeres, es seguro que abandonar a sus niños en otro país, con la idea de que les va a ir mejor que si permanecen junto a ellas, no debe ser una decisión fácil de tomar.
Sin minimizar la responsabilidad de estas familias, que son quienes deben velar por el bienestar de sus hijos, el Gobierno de Marruecos tiene una gran parte de culpa en este asunto.
Un estado debe velar por sus ciudadanos, máxime cuando se trata de menores, y es el responsable último de que estos niños estén siendo abandonados en nuestra ciudad. El país vecino debe ser quien atienda a estas familias para que estos chavales salgan adelante.
La cuestión no es si los servicios melillenses deben hacerse cargo o no de estos jóvenes, la cuestión es que Marruecos está escurriendo el bulto y no hace frente a sus obligaciones. Un país serio debe proteger a su infancia y no mirar hacia otro lado, ignorando el problema. En este caso, Marruecos está haciendo una dejación de responsabilidades inaceptable.