Qué hermosa tarde-noche la del viernes. Música sincera, cercana pero trabajada de una forma excelente, hasta el punto de la extenuación.
De eso hablaremos después, profesor –director– Herman Alapont. Don Josep Enric se engargó de estrujar a los suyos para bien de la audiencia en la interpretación de ‘Opertura Cubana’, la composición de Gershwin, pero –ya digo– hablaremos más tarde. La Banda de Música ‘Ciudad de Melilla’ arrancó el año con una mezcolanza de disciplinas musicales resueltas a plena satisfacción, como si tocaran las diferentes piezas todos los días. Hermosa puesta en escena para la gran familia de Herman, hermoso éxito el conseguido por este hombre que tiene el título de dirección de Orquesta en su bolsillo.
Monllor creó un pasodoble cuyo título no tiene nada de pasodoble: ‘El Ksar el Yedidi’. Bueno lo que tiene de pasodoble es el son que guiña con mucha frecuencia a la cultura árabe, aunque sin estridencias. Herman lo vio a la perfección: Templanza en las subidas, cautela en la percusión y, luego, a finales, explosión de sentimientos pero debidamente controlados; no se le escapó un detalle al director, siempre clamando prudencia con las advertencias de su mano izquierda mientras la derecha –con la batuta– ordenaba ritmo y subía el listón cuando era menester. Perfecto.
Le siguió otro pasodoble, ‘Yakka’ de Vilaplana, un pasodoble con aires de Broadway, sí de los musicales de Broadway. Estaba claro, por sus tempos, que era un pasodoble, pero rezumaba un aire occidental nada al uso en la bella técnica del pasodoble. Segundo éxito de Josep y los suyos.
Ketelbey aportó al concierto su indesmayable ensayo de ‘En un mercado persa’ y el bullicio de Bagdad –con sus diferentes matices– llegó al Palacio de Exposiciones y Congresos de Melilla. Sus melodías llegaron nítidas a un ya delirante concurso de melómanos melillenses.
Acabó la primera mitad del concierto con la Obertura de Pique Dame, de Von Suppé, interpretada por la Banda de Música con la misma pulcritud y la misma excelencia que las demás. Excelente la labor de los concertinos, en esta ocasión, traveseros.
Y llega ‘La Cañada’, un excelente pasodoble ‘serrano’ de Talens. ¿Por qué es serrano?. Pues porque no se refiere a los tercios de la lidia común, sino a la vida del toro en el campo. Cuando nace –tonos muy suaves– cuando, se le encorrala –tonos de advertencia– y cuando se le transporta encajonado a la cita con el torero. Estos son tonos entre dramáticos y triunfales.
‘Oregón’, obra de De Haan, es cantar al Oeste americano. Bueno, esta fue la primera sesión de castigo de Herman a sus discípulos y amigos, sobre todo a los responsables de la Percusión. Él, el director, es licenciado en Percusión y sabe cómo sacar partido a timbales, platillos y bombo. Tuvieron trabajo los pobres, pero mereció la pena las abundantes gotas de sudor que emanaban de unas cabezas situadas en las más sublimes crestas del Gran Cañón del Colorado, oliendo a bares, disparos, cabalgaduras incansables, gente ruda. Josep, esto fue increíble.
Pero quedaba la guinda del pastel, la obra de Gershwin, la ‘Opertura Cubana’. El director de la Banda estrujó a sus subordinados con una mezcla de son, aire clacicista y tonos iconoclastas en lo referido al ritmo y al tono que dejó sorprendida a la audiencia. ¿Esto, que és, un son cubano?...sí. ¿No es más una tragedia de isleños? ...también. Es que me suena a galimatías musical perfectamente conjuntado ...es posible. Lo dijo el presidente de la Asociación de la Banda de Música, Orquesta Sinfónica y Coros de Melilla, Sergio Rincón: ‘Es muy duro, muy difícil. Era muy duro pero la ejecución fue un placer para los melómanos. La batuta de Herman volaba, como los sentimientos del público escuchante. Magnífico, maestro Herman, magnífico.