El anteproyecto de presupuestos aprobado este viernes por el Consejo de Ministros no salvaguarda a ninguna región de los recortes que ha diseñado el propio Ejecutivo de Mariano Rajoy. Afectará a todas las autonomías en mayor o menor medida, por ello carece de sentido defender que los ajustes no llegarán a Melilla. Hace semanas que lo advirtió el presidente Imbroda cuando manifestó que aunque las cuentas de la ciudad estaban equilibradas, también los melillenses tendremos que arrimar el hombro y colaborar con el resto de los españoles en el esfuerzo de aproximar los gastos a los ingresos.
Los ciudadanos de Melilla no podemos esperar de nuestros representantes políticos locales una resistencia numantina al ajuste presupuestario. Pero sí podemos exigir que defiendan que el esfuerzo que se nos asigne sea proporcional a nuestras posibilidades. Y también que se valoren como especialmente sensibles sectores concretos que en esta ciudad son vitales. Uno de ellos es el transporte y los descuentos que se aplican a los residentes en los billetes de barco y avión. Despreciar esta necesidad significaría condenar al aislamiento a una parte importante de melillenses con posibilidades económicas reducidas, a los que ya les supone un gran esfuerzo viajar en las ventajosas condiciones actuales.
Por ello es necesario que cuanto antes un primer espada del Gobierno central ratifique las forzadas declaraciones que realizó el viernes José Manuel Soria, titular del Ministerio de Industria, y las manifestaciones que hizo ayer del subsecretario de ese mismo ministerio. Primero uno y después el otro aseguraron que se mantendrán las ayudas al transporte, pero desgraciadamente no son ellos los que tienen la última palabra. La plena seguridad sólo la puede aportar un peso pesado del Ejecutivo de Rajoy como el ministro Montoro, por ejemplo, que cuando se refiere a Melilla sabe perfectamente de qué está hablando.