Pese a la mejora en las cifras del desempleo, muchos melillenses no saben cómo salir del paro.
“Llevo dos años sin trabajar y cuando lo hice fue en los Planes de Empleo de la Ciudad. Aquí en Melilla va a ser muy difícil que encuentre un empleo”. Dos frases sirvieron para que Malika, un ama de casa de 44 años explicase su situación laboral, a la que dice que no encuentra una salida.
A esta melillense, la mejora en las cifras del desempleo le suena a algo lejano, que nunca le va a tocar. Sellar, mes tras mes, es, según cuenta a El Faro, una costumbre que ha tomado pero que considera que no sirve para nada al respecto de encontrar empleo.
“Me obligan a hacer cursos que no me sirven para nada, porque nunca me llaman”, sentencia sobre su situación Malika. “¿Qué tengo que hacer cuando mis hijos me piden dinero y no puedo dárselo”, apunta también.
“Esto va a peor”
Poco le importa la mejora de las cifras a Nora, una limpiadora que, a sus 44 años y desde hace siete, sella el paro con cada vez menos esperanzas de que este gesto le revierta en algo positivo para su situación laboral y familiar. “Yo no he notado nada”, apunta cuando El Faro le cuenta que, según la Encuesta de Población Activa (EPA), las cosas van mejor para el empleo en la ciudad. “Pues yo creo que esto va a peor, porque no voy a salir de este agujero”, sentencia Nora.
En el otro lado de la balanza podría encontrarse la situación de Tarik que, a sus 24 años, dice no haber trabajado nunca. “La cosa no mejora”, indica, argumentando que su situación es “crónica” y que desea que, al menos, le llamen de un Plan de Empleo.
“Gente de aquí”
“Estoy en una situación crítica, acabo de discutir con mi madre por el trabajo. Yo sé que ella entiende que la cosa está mal, pero es que tenemos necesidad”. “Me gustaría entrar con la cabeza alta a mi casa sabiendo que trabajo y aporto a mi familia”, concluye este joven melillense.
“En Melilla hacen muchas obras. Yo lo veo claro: si quieren reducir el paro, que contraten a gente de aquí y que no se traigan a trabajadores de la península”. Con estas palabras lamenta Tabik que la ciudad “no levante cabeza”, puesto que sostiene que no hay margen para crear empleo duradero.
En la misma línea de juventud se encuentran Sheila y Romaisa, dos chicas de 16 y 18 años, que hace relativamente poco que sellan el paro y que, según cuentan, no saben hacia donde tirar para encontrar un trabajo.
“Yo me estoy apuntando a cursos, los hago y no me llaman”, lamenta Romaisa, que dice que sí que cree positivo el hecho de seguir formándose, pero espera que realmente le sirva para algo. “Quisiera seguir estudiando para tener más oportunidades”, indica a este respecto la joven.
En el mismo sentido se pronuncia Sheila, que ayer selló por primera vez el paro y dice que lo hizo “porque es lo que hay que hacer cuando no tienes trabajo”.