Esta semana, la comunidad judía de Melilla está viviendo una de sus celebraciones más significativas y esperadas durante todo el año: Pésaj, también conocida como la Pascua judía.
Esta festividad, que rememora la salida del pueblo de Israel de la esclavitud en Egipto, es una de las más antiguas y simbólicas del calendario hebreo. Durante ocho días, las familias se reúnen para compartir tradiciones, rezos, comidas rituales y momentos de reflexión.
En Melilla, ciudad que se caracteriza por su diversidad cultural y religiosa, Pésaj se está viviendo con profunda emoción y recogimiento.
Como ya hemos adelantado en El Faro de Melilla, desde días antes a la festividad, los hogares se han preparado para cumplir con las normas religiosas, como eliminar el jametz y sustituirlos por alimentos específicos, entre ellos la matzá, el pan ácimo que simboliza la prisa con la que los judíos huyeron de Egipto.
El Seder: una noche llena de significado
El momento más destacado de esta festividad es el Seder de Pesaj, una cena ceremonial cargada de simbolismo. En ella se recita la Hagadá, el relato del Éxodo acompañado por canciones tradicionales y platos específicos que representan distintos aspectos del relato bíblico.
En muchos hogares melillenses, la noche del Seder se vivió con total intensidad. Las familias se sentaron alrededor de la mesa para compartir la historia de la liberación, recordando la importancia de la libertad y de la identidad.
La mesa se llenó de símbolos: el vino, el huevo, las hierbas amargas y la pasta de manzana y nueces más conocida como jaroset, que representan el barro con el que los esclavos construían.
"Fue una noche esperada por todos, especialmente por los niños, que han participado cantando y ayudando a preparar la mesa", cuenta una madre de familia. "Fue un momento en el que se fortaleció nuestra identidad y se transmitió la tradición a las nuevas generaciones".
Tiempo para reflexionar
Durante estos días, los hombres han acudido diariamente a las sinagogas para rezar en comunidad, cumplir con las lecturas específicas de la festividad y participar en los servicios religiosos. La asistencia ha sido constante, y en el ambiente se respiraba solemnidad y devoción.
"Reunirnos en la sinagoga durante Pesaj tiene un valor especial. No es solo un deber religioso, es también un acto de comunidad y memoria colectiva", comparte uno de los asistentes habituales.
Las mujeres, por su parte, han aprovechado este tiempo para estar con sus hijos, compartir en familia y cuidar de los detalles del hogar. La preparación de los menús especiales, la organización de las comidas y el seguimiento de los preceptos religiosos son también una forma de participar activamente en la celebración.
Los niños disfrutan de las vacaciones
Coincidiendo con las vacaciones escolares, muchos niños han aprovechado del tiempo libre en los parques de Melilla. A pesar de que este fin de semana la lluvia fue la protagonista, cada vez que salía un rayito de sol, los más pequeños aprovecharon con sus familias para disfrutar al aire libre, pasear y divertirse en los parques.
"Están encantados con las vacaciones. Antes de comer salimos todos juntos a pasear, a tomar el aire. Es bonito ver cómo también ellos disfrutan de esta época por el ambiente de unión y celebración", comenta un padre.
Para muchas familias, Pesaj se convierte también en una oportunidad de reconectar, dejar a un lado la rutina diaria y centrarse en lo esencial: compartir momentos, recordar la historia común y disfrutar del presente.
Tranquilidad y espiritualidad
Las calles de Melilla han mantenido un ambiente tranquilo, familiar y sereno durante toda la semana. Los comercios especializados han ofrecido productos kosher previamente a la pascua y lo harán durante los días de diario antes de comenzar la segunda pascua que tendrá lugar la noche del viernes 18 de de abril para facilitar que las familias pudieran cumplir con las normas alimenticias de esta festividad.
A pesar del ritmo pausado y tranquilo que acompaña esta festividad, no ha faltado es espíritu de comunidad. Los saludos entre vecinos, los intercambios de recetas de comida y las felicitaciones de "Jag Sameaj" (feliz Pascua) han sido frecuente durante estos días.
"Está siendo una semana que nos recarga de energía espiritual. Te sientes parte de algo más grande, de una historia que sigue viva. Pesaj nos recuerda de dónde venimos y hacia dónde vamos", comenta una melillense que está celebrando esta festividad en la península.
Una festividad que une generaciones
Para los miembros de la comunidad judía de Melilla, Pesaj no es solo una conmemoración histórica, sino una celebración de los valores que los unen: la libertad, la fe, la familia y la esperanza. En cada casa, en cada oración, en cada comida compartida, se percibe el deseo de mantener vivas las tradiciones y de transmitirlas con amor a las generaciones futuras.
Melilla, con su riqueza multicultural, sigue siendo un espacio donde las identidades religiosas y culturales encuentran un lugar de respeto y convivencia. Y en esta semana de Pesaj, la comunidad judía melillense ha reafirmado su identidad con alegría, fe y profunda gratitud.