La víctima sostiene que vio al acusado intentando introducir a uno de sus hijos en el coche a la fuerza
La Fiscalía de Melilla reclamó ayer que un individuo sea condenado a un año y diez meses de prisión como presunto autor de dos delitos de quebrantamiento de condena. El procesado supuestamente violó la orden de alejamiento e incomunicación hacia su ex pareja en los pasados días 3 y 8. Según sostiene la fiscal en su acusación, en ambos días se acercó a la calle Castelar, donde vive la denunciante, a pesar de saber que no podía aproximarse a ella a menos de 300 metros, tal y como lo dicta un auto con fecha del 24 de octubre de 2017. La representante del Ministerio Público solicitó once meses de cárcel por cada uno de los quebrantamientos.
Estos hechos se enjuiciaron ayer en el Juzgado de lo Penal número 1 de Melilla. El acusado aseguró en el juicio que ambas denuncias eran falsas. Sobre el primer día expuso que él se encontraba en el coche con su pareja y su cuñada. Entonces, según la versión del procesado, su novia le avisó de que había visto a su hija mejor, de ocho años, cruzando la calle sin ir acompañada de ningún adulto, sola y descalza. “Seguimos dando vueltas con el coche por si volviamos a verla”, se escudó el padre.
Respecto al día 8 de este mes, el encausado aseguró que ni siquiera estuvo en nuestra ciudad. “Estuve en Marruecos, en Nador, para ir al dentista”, apuntó.
La hija, asustada
La denunciante aseguró que el día 3 sus hijos jugaban en la puerta de su vivienda, una casa mata de la calle Castelar, sobre las 22:30 horas. “Mi hija entró asustada perdida diciéndome que el padre se estaba intentando llevar a su hermano en el coche”, sostuvo la madre.
La mujer señaló que pudo ver por una ventana de la vivienda cómo el procesado intentaba introducir a uno de sus hijos en el coche a través de la ventana. “Lo estaba forzando, cogiéndole de la mano”, relató. Según su versión, al verla a ella, el encausado soltó al menor y se marchó con el vehículo, en el que también iba la pareja de este.
La mujer aseguró que una vecina, que estuvo en el juicio como público, presenció los hechos, pero no quería testificar por “miedo”.
Por otro lado, la víctima sostuvo que el día 8 el procesado volvió a pasar por su casa.
Según explicó la mujer, no denunció los hechos hasta el día 12 porque no tenía con quien dejar a sus cuatro hijos. Negó que la denuncia se debiera a que el encausado no hubiera ingresado el dinero que debía para la manutención de los menores. Además, explicó que aunque en su DNI pusiera que su domicilio está en la calle Toledo, su ex pareja sabía perfectamente que ella vive en la calle Castelar.
La pareja del acusado también prestó declaración en calidad de testigo. Según indicó, ella estuvo con él los dos días en los que se lo acusa de quebrantar el alejamiento. Subrayó que el día 3 ella vio a la hija del encausado sola, cruzando la calle corriendo y descalza.
Sobre el día 8, aseguró que ambos estuvieron en Nador y que sobre las 23:30 horas todavía guardaban cola para cruzar la frontera y regresar a Melilla.
Tras escuchar todas las versiones, la representante del Ministerio Público reclamó el dictado de una sentencia condenatoria. La defensa, por su parte, pidió la absolución de su representado e insistió en que no había pruebas incriminatorias contra él.
En su derecho a la última palabra, el acusado se dirigió al juez para decirle que, por este motivo, había perdido un trabajo y se lo había detenido en dos ocasiones. “Yo no soy adivino, no sé si ella ha cambiado de domicilio”, justificó.
El juez tendrá que decidir.