Entramos en la segunda y última semana de la campaña electoral y parece que todas las cartas ya están sobre la mesa y sin resquicios para vueltas de tuerca ni sorpresas de última hora que puedan hacer variar el sentido mayoritario del voto de los españoles, tal cual lo recogen coincidentemente todas las encuestas publicadas.
Todo está tan decidido que la campaña al final se está haciendo larga. Calma y tranquila, tan distinta a la de mayo pasado, está sirviendo para exponer ideas y para que se abra, ya en esta recta final, la caja de las promesas como si de una tómbola se tratase. Ayer, por ejemplo, el PSOE prometía un plan de empleo extra para 1.000 jóvenes melillenses. Y lo hizo en Horcas Coloradas, donde los socialistas se empeñan en decir que el nuevo paseo marítimo es obra de la gestión exclusiva del Gobierno Zapatero, ignorando tozuda y ofensivamente la intensa gestión y el coste que asumió el Gobierno local de Juan José Imbroda para hacerlo posible.
Es más, si no fuera por el sellado previo del vertedero descontrolado que había en el mismo lugar, por la creación del nuevo cementerio de áridos y escombros en la zona, y por la plataforma y diques que hizo la Ciudad Autónoma con motivo de ese proyecto, no hubiera sido posible que el Ministerio de Medio Ambiente llevara a cabo la parte que le correspondía, conforme a los acuerdos alcanzados desde que el PP gobernaba la Nación.
Es, por tanto, una obra a dos bandas que ni socialistas ni populares deben ‘patrimonializar’ como algo propio.
El candidato al Congreso por el PP en Melilla y diputado por nuestra ciudad desde 1996, Antonio Gutiérrez, afeó con muy buen tino en el debate con su contrincante Gloria Rojas, la recurrente inclinación socialista por apropiarse de proyectos que, como el nuevo colegio de Altos del Real, se hicieron posible tras una primera aprobación y planificación presupuestaria por parte del último Gobierno de José María Aznar.
Intentar engañar a los ciudadanos presentado como fruto de la gestión propia lo que es obra, en gran medida, de una gestión compartida, no es sólo faltar a la verdad y ser poco elegante; es, sobre todo, una forma de mentir a los electores y de hurtar la gestión de otros.
Horcas Coloradas, no nos equivoquemos, nunca hubiera sido posible si la Ciudad Autónoma no hubiera dado los primeros pasos e incluso hubiera corrido con un millón más de euros en el coste de la inversión a su cargo, para facilitar la actuación del Ministerio de Medio Ambiente, que bajo la dirección del PSOE puso una y mil pegas al proyecto, entre otros con el apoyo de la asociación ecologista ‘Guelaya’, dirigida por el líder local de Equo, que proponía una recuperación natural del litoral, según la cual el nuevo Paseo Marítimo no hubiera sido posible.
Fue una pelea larga en la que el anterior consejero de Medio Ambiente, Ramón Gavilán, los técnicos de la Consejería y el presidente Imbroda, tuvieron que batallar intensamente para allanar tanto el camino que, al final, el Ministerio ya encontró la plataforma hecha para proceder a su asfaltado y obra de urbanización del nuevo paseo marítimo. Aún así, la parte de la playa que le tocaba recuperar al Ministerio, la propia de Horcas Coloradas, no se dotó de infraestructura subterránea para que pudiera contar con un equipamiento adecuado. Tampoco se llevó a cabo el dique de contención necesario para que la limpieza del fondo marino se preservara de los temporales de levante y no aflorara los muchos restos de residuos metálicos que durante décadas fueron depositándose en su lecho junto a multitud de escombros de todo tipo.
La obra del PSOE no está completa y vanagloriarse y apropiarse de ella, negando la historia y los hechos, como si nos pudiera la amnesia y nos bastara cualquier ‘milonga’ para la puesta de medallas que no corresponden, es un acto más de descrédito para un partido que ha perdido toda su credibilidad por mucho que se emperre en echar la culpa a otros de su nefasta e insolvente gestión: la misma que nos ha llevado al borde de unas medidas de ajuste muchos más extremas de las que ya nos aplicó la UE el pasado año. Y si no, miren por dónde va la prima de riesgo para que España pueda tener acceso a créditos y nueva financiación. Lo dicho, Zapatero ha pasado de rositas por la última reunión del G20, pero no porque al final lo haya hecho algo mejor, sino porque ya se va y los socios más poderosos sencillamente pasan de él. Andan, como todos, esperando a Rajoy, al que el PSOE le deja una manzana envenenada que, tristemente, nos tocará morder a todos los españoles.