Con la vuelta al cole, aparecen de nuevo las compras necesarias de libros, cuadernos y demás material escolar. Sin embargo, es cada vez más habitual que bien los centros educativos o bien los propios alumnos incorporen herramientas tecnológicas en sus procesos de aprendizaje.
Las pizarras digitales fueron el comienzo, pero ya las tablets, Smartphones o eBooks están cada vez más presentes en las aulas. Las Tecnologías para la Información y la Comunicación (TICs) ofrecen un amplio abanico de posibilidades para que el alumno interactúe y aprenda de forma mucho más dinámica y versátil.
Las TICs son capaces de despertar una serie de estímulos adaptados a las distintas formas de aprendizaje para las nuevas generaciones. No en vano, permiten ampliar sus conocimientos sobre un tema concreto, así como fomentar su autonomía y creatividad. Un habitual de los colegios que llevan tiempo apostando por ellas para el proceso educativo de los alumnos.
Además, es cada vez más habitual que las tareas se realicen de forma digital, sustituyendo a los cuadernos para las clásicas operaciones matemáticas o ejercicios de lengua.
El debate está servido, no es para menos toda vez que la tecnología está sustituyendo al papel en las aulas, sino lo ha sustituido ya. Un dilema ético, aunque también económico por la reducción de material escolar que se debe adquirir. Un escenario que lleva tiempo desarrollándose, aunque sin duda, el boom tuvo lugar en la pandemia del cóvid.
Los más jóvenes son ya una generación de internet. Es por ello fundamental que el dominio de las nuevas tecnologías se canalice a través de la educación.
Por otro lado, existen numerosas aplicaciones y páginas web educativas que permiten a los alumnos poner a prueba sus conocimientos y adquirir otros nuevos de forma didáctica.
Queda por tanto ver si los jóvenes estudiantes de Melilla finalmente desarrollan sus conocimientos a través de las pantallas.