Las nuevas tecnologías pueden suponer una ventaja a la hora de elegir un hotel para las vacaciones. Estos avances contribuyen a la mejora de la experiencia del cliente mediante la optimización de las gestiones y comunicación necesarias.
Varios de los avances que ya se han puesto en marcha se han popularizado en la industria hotelera en los últimos tiempos, especialmente tras la pandemia del cóvid, para reducir los contactos físicos y agilizar distintos procesos, como el check-in o el pago.
Un ejemplo son las pulseras digitales que permiten el control de acceso y presencia, así como de pagos en el hotel. Entre los beneficios de las pulseras se encuentran la comodidad de movimiento para los clientes, la personalización en el acceso a distintas áreas del hotel o la simplificación en el pago.
También se ha avanzado en la introducción de robots en el terreno de la restauración, como transporte de vajillas. Estos robots permitirían que el personal se enfoque en tareas que requieren la interacción humana directa, así como la agilidad en tareas repetitivas, ayudando así en una mejor gestión del tiempo.
Los defensores del uso de las nuevas tecnologías alegan que estas ofrecen una optimización de la operativa interna y mejoran la experiencia de los clientes a lo largo de su estancia. Ofreciendo así un servicio más personalizado y afianzando la relación entre ambas partes para futuras estancias.
Sin embargo, estos avances también tienen detractores. Muchos critican el posible recorte en la privacidad de los clientes o la pérdida de empleos en el sector ante la automatización de los hoteles y sus servicios.
El turismo es el motor de la economía española, por ello son muchas las cadenas y establecimientos hoteleros que han realizado la apuesta de posicionarse a la vanguardia de la hospitalidad moderna.
La digitalización es clave para mantener una ventaja competitiva en el sector del turismo.