En la mañana del pasado jueves 3 de abril, las 24 familias del número 5 de General Prim vivieron un antes y un después. Un incendio en el cuadro eléctrico del edificio provocó una gran humareda que hizo causar el pánico en todo el bloque en un suceso que, por desgracia, no sorprendió al inmueble.
El humo recorrió el edificio y provocó la evacuación inmediata del inmueble. Sin embargo, al no haber luz muchos vecinos no pudieron salir, debido a problemas de movilidad. Varios vecinos tuvieron que acudir al Hospital Comarcal por intoxicación por inhalación de humo y la tensión fue más que evidente. Las mascotas estaban dentro, así como gente de todas las edades: Personas mayores y jóvenes que se encontraban en sus viviendas, hasta una vecina embarazada e incluso un bebé recién nacido. Un escenario que ninguna persona quiere vivir en la tranquilidad de su hogar.
No obstante, una vez sofocado el fuego llegó una noticia desesperanzadora, los técnicos les comunicaron que no tendrían luz hasta dentro de 3 semanas, aproximadamente. Un jarro de agua fría para los afectados, pues esto les ha supuesto vivir con todas las incomodidades: Sin posibilidad de aseo, ni lavar la ropa, ni hacer uso de ningún electrodoméstico, en definitiva.
Las autoridades establecieron la habitabilidad del bloque el mismo jueves, pero muchos no quisieron volver a un edificio que había quedado con un fuerte olor a quemado. El realojo tampoco fue una opción entonces. Y es que este suceso no podía haberse producido en un peor momento para estos vecinos, la inmensa mayoría trabajadores provenientes de diferentes puntos de nuestro país. La XI edición de La Africana imposibilitó su realojo en cualquier hotel de la ciudad, pues todos tenían colgado el cartel de "completo" por este evento deportivo.
Desde la Ciudad Autónoma, no obstante, la atención sí fue rápida. En concreto, el vicepresidente primero, Miguel Marín, acudió en persona hasta la zona para interesarse por los vecinos. De hecho, les ofreció una posibilidad de realojo en las cabañas del Fuerte de Rostrogordo, ante la imposibilidad de buscar otro espacio en un periodo de tiempo tan corto.
No fue igual de rápida la inmobiliaria, cuyos propietarios se encuentran fuera de la ciudad y cuyas soluciones al principio fueron más que escasas. Pues tan sólo les recomendaron acudir a un hotel e ir a comer a un conocido restaurante del centro.
"Una veintena de vecinos se presentaron en la inmobiliaria con la Policía Local y la trabajadora se comprometió, de palabra, a que el seguro se haría cargo de todo. Es cierto que esta trabajadora se vio desbordada por esta cuestión, pero creemos que faltó algo de empatía. No puede ser que nos dejen de la mano de Dios, pagamos nuestro alquiler y tenemos unos derechos que no se están cumpliendo".
Afortunadamente, la inmobiliaria comenzó a moverse el pasado viernes y ya les han ofrecido el realojo en un hotel. El seguro de la inmobiliaria también se hará cargo tanto del alojamiento como de la alimentación de estos días. No obstante, no se ha garantizado el pago de la enorme cantidad de comida que estaba en las neveras de cada casa y que se ha desperdiciado.
Por el momento, los trabajos no paran en el bloque y no son pocos. Hay que limpiar y cambiar todo el cableado del edificio, a lo que hay que sumar toda la documentación y demás cuestiones documentales y burocráticas que se deberán llevar a cabo en estas reformas. Aún con todo, los afectados han reconocido la ardua labor que están llevando a cabo estos días los técnicos, trabajadores de la misma empresa que construyó el edificio y que la inmobiliaria ha contratado para los arreglos que correspondan.
A día de hoy, muchos vecinos continúan durmiendo en sus casas, pese al fuerte olor que aún permanece dentro y del que este medio ha sido testigo. Afirman que se mantendrán a la espera de los acontecimientos hasta decidir si emprender o no acciones legales.
"Aquí estamos ventilando lo que podemos. Los que tienen ventana exterior tienen algo de suerte, pero los que sus casas dan al patio interior tienen que sufrir este olor".
Por lo pronto, los vecinos ansían que esta situación pase lo más pronto posible. También han querido agradecer la solidaridad de algunos negocios colindantes a su edificio, quienes les han ofrecido víveres y se han interesado por ellos, en contraposición a una de las cafeterías del bajo que, según denuncian, puede ser la causante de todo y que no se ha dirigido a ellos.
Incendio reincidente
Este suceso no fue nuevo en el número 5. De hecho, este ha sido el tercer conato de incendio en el bloque y los vecinos apuntan a uno de los locales de hostelería situados en los bajos del inmueble, un exitoso establecimiento de reciente apertura y muy reconocido por el conjunto de los melillenses.
Pese a que la investigación sigue en marcha por parte del Cuerpo de Policía Nacional y Bomberos, los vecinos han recabado el testimonio de los técnicos que allí trabajan y que también apuntan hacia dicho establecimiento.
"Nos dicen que los problemas vienen porque en la cafetería no ponen un trifásico para utilizar todos los electrodomésticos. En anteriores conatos, entraron dentro del cuadro y cambiaron los fusibles cuando estaban a punto de chamuscarse. Lo que pasa es que llevaban cerrados 15 días, abrieron y estaban a tope, con todas las máquinas funcionando y al final se ha quemado".
Desde este local aseguraron a El Faro que el cuadro de luz, que da soporte a todo el edificio de esquina a esquina, no es sólo de ellos. De hecho, anotaron que el cuadro se encuentra dentro de lo que es el edificio en sí y no en su local. Una afirmación que los vecinos niegan en todo momento.
"Los cuadros están dentro de lo que es una comunidad y él pertenece a esa comunidad. No es que los cuadros estén fuera de lo que es su bar, claro que están fuera, pero porque todos los cuadros están juntos".
Una impotencia que consume a estos vecinos, quienes afirman no querer problemas con este negocio, ni causarle ningún malestar; sino que lo que buscan es que no vuelva a repetirse este incendio.
"Dicen que han perdido comida, pero nosotros también. Estamos a principios de mes y las neveras están llenas de alimentos que tenemos que tirar. Ellos van a dormir tranquilos a su casa, pero nosotros estamos aquí tirados. Sabe que lo que ha dicho no es cierto".
Y es que este episodio terrible podría haber sido un escenario dantesco que hubiera quedado grabado en la historia de la ciudad autónoma de Melilla.
"Esto ocurrió por la mañana, si llega a pasar de madrugada, aquí estaríamos durmiendo y no nos enteramos ninguno, pero ninguno lo hubiéramos contado".