Las lapas de la especie patella ferrugínea han vuelto a saltar a los titulares de los periódicos. Esta vez un centenar de estos seres ha frenado es seco el proyecto de instalación de un dique en Horcas Coloradas. El fin de esta obra era evitar que la arena de la playa desaparezca cada vez que hay un temporal y conseguir 200 metros más de playa para uso público. Sin embargo, de momento no va a poder ser porque en una roca próxima a una zona que depende del Ministerio de Defensa ha sido localizada una colonia de estos peculiares animales que se encuentran en peligro de extinción. Ocurrió un hecho similar durante las obras en el puerto. Esta vez la Consejería de Medio Ambiente ha querido evitar cualquier tipo de polémica y ha dejado la decisión última en manos del Gobierno central, que debe decidir qué hacer con estas inesperadas cien lapas.
El respeto al medio ambiente es un principio que no ha sido valorado es su justa medida hasta hace unos años. Esa falta de atención de la que hacíamos gala en el pasado nos ha llevado en el presente a adoptar a veces exageradas posturas en el sentido contrario. Frente al desatino y la falta de consideración, ahora se impone el meticuloso miramiento y la protección exagerada.
A la espera de que llegue la decisión del ministerio de turno, quizá debamos empezar a buscar un punto de encuentro entre nosotros que sirva para éste y otros casos y que haga posible mantener la paz de la que ahora hacen gala la Consejería de Medio Ambiente y la asociación ecologista Guelaya. Tal vez más importante que ese centenar de lapas sea conocer cómo han conseguido invadir esa roca del Ministerio de Defensa. Y luego promover iniciativas que faciliten su propagación y les permitan superar el riesgo de extinción.
Ojalá esas cien lapas sirvan para que hallemos un punto de equilibrio entre progreso y respeto al medio ambiente.