La segunda edición del Iwa Fest se ha clausurado esta noche con la actuación de cinco artistas internacionales. Sobre las siete y media de la tarde salía al escenario del festival Habibi Selecta.
La asistencia de público al comienzo de la tarde no era muy notable. Pocos fueron los que acudieron a la explanada del Fuerte de Victoria Grande a disfrutar de la música y de los puestos de merchandising, accesorios y bebidas que se han instalado en la zona. A penas había una decena de espectadores en el concierto del artista andaluz aunque los trabajadores del Iwa Fest aclararon a este diario que los jóvenes suelen acudir en masa bien entrada la noche.
Este segundo día de festival ha sonado a jazz árabe, música disco de Oriente Medio, electro o flamenco con cinco propuestas distintas propias de las culturas del Mediterráneo, en un mismo espacio único, el Fuerte de Victoria Grande.
El primer artista que abrió esta segunda noche de festival fue Habibi Selecta. Músico que investiga y divulga nuevas tendencias. En este sentido destacan sus aproximaciones al Jazz Árabe, Ritmos Sufíes, Anatolian disco, Electronic World Music y Electrónica Experimental, entre otros. Sus selecciones más recientes buscan un encuentro de la tradición maghrebí y africana con la electrónica más avanzada producida en la diáspora por nuevos talentos.
Iwa Fest también ha presentado un proyecto que en sí mismo es una combinación de disciplinas. Sound of Berberia se desarrolla a través de la música, con una puesta de escena propia en directo junto con una producción cinematográfica desarrollada íntegramente en torno a la cultura amazigh, recién presentado en Rabat.
En esta nueva edición el festival no solo se ha centrado en la cultura amazigh sino que ha abierto camino para explorar los ritmos de todo el Mediterráneo. Así, se han sumado este año al cartel nuevos proyectos musicales como el del Niño de Elche. Exflamenco, tal y como se define, su música es una manera de expresar su empeño en reconocer las diferentes zonas cero que el arte y sus etiquetas dejan atrás una inagotable búsqueda que es personal y también colectiva. Su concepción de lo exflamenco significa una reivindicación en positivo y no un ajuste de cuentas con su tradición y su pasado. Así las cosas, la construcción del cantaor (o mejor del excantaor) sigue siendo una incógnita que Niño de Elche, concierto tras concierto, pone en tela de juicio. El vértigo de un espectáculo para esperar lo inesperado.
Desde Siria, llegaron a Melilla anoche Tootard, un dueto formado por los hermanos Hasan y Rami Nakhleh con una música alejada de lo comercial y con sonidos de oriente, modulados con tempos cambiantes contemporáneos y tonalidades instrumentales muy inesperadas. Con dos discos en el mercado, se presentaron ayer con su último álbum inspirado en el pop y las líneas melódicas de la música árabe, que llevan hacia la música disco y rinde homenaje a las escenas de las pistas de baile de Oriente Medio de los años 80.
Y para poner punto y final a este festival que poco a poco va ganando peso y consolidándose en la ciudad, cerró la noche de actuaciones la DJ y productora mediterránea Sharouh. La artista mezcla electro con músicas del Magreb, Oriente Próximo, Grecia y Turquía. Sus remezclas de las grandes cantantes del norte de África dejan paso a veces a toques acid y punk en sets vibrantes donde las muestras de discursos feministas se codean con la percusión oriental y los sintetizadores analógicos.
Una fiesta para 4 colegas que le cuesta a la CC AA 90.000 euros, Entre la señora Treviño y los colegas(familiares) actuales de Fadela Mohatar.