A raíz de los terremotos que se han venido produciendo en Melilla, El Faro se ha puesto en contacto con la sismóloga de la Red Sísmica Nacional, dependiente del Instituto Geográfico Nacional, Lucía Lozano para indagar sobre la posibilidad de que pueda llegar un tsunami a la ciudad autónoma.
Aunque, durante toda la conversación, se nota que no quiere alarmar, asegura que dicha posibilidad "es real”. Lozano explica que la zona del Mar de Alborán y norte de Argelia ha sufrido maremotos históricamente. En concreto, desde que existen registros, en el siglo XVI, ha habido 14 en las costas españolas y de Marruecos.
La sismóloga afirma que “quiere decir que se pueden repetir” y que también existe “un riesgo real” en la Península Ibérica, tanto en su vertiente atlántica como mediterránea.
Para que se produzca un tsunami, son necesarias tres condiciones. En primer lugar, el terremoto ha de ser, como mínimo, de una magnitud 6 ó 6.5 grados en la escala de Richter. En segundo término, el movimiento de placas debe producirse a ras de superficie, no a mucha profundidad. Por último, el tipo de ruptura ha de implicar un movimiento vertical del fondo oceánico.
De todas maneras, no todos los terremotos, aunque sean grandes y procedentes del mar, como suele ser el caso de Melilla, producen tsunamis. Por ejemplo, un terremoto de magnitud 5 no tiene energía suficiente para provocarlo, detalla la experta.
De hecho, el mayor terremoto que se recuerda en los últimos años, en 2016, a unos 100 kilómetros de la ciudad y de 6,4 grados en la escala de Richter, no produjo tsunami.
En resumen, cuenta Lozano que el peligro existe, contra la creencia de algunos, en el Mar Mediterráneo, ya que han venido produciéndose allí históricamente, y todo dependerá de las características del terremoto. Por lo tanto, y en conclusión, resume que, a pesar de que no sea frecuente en las costas españolas, “sí que hay cierto riesgo de tsunami”.
En cuanto a la capacidad de devastación que pudiera tener un maremoto en el Mar Mediterráneo, Lozano apunta que dependería de la localización, el tamaño y la intensidad del terremoto que lo produjera. El tsunami más reciente, del año 2003, tuvo lugar en el norte de Argelia, vino provocado por un terremoto de una intensidad de 6.8 grados en la escala de Richter y afectó, por ejemplo, a las costas de Alicante y Baleares, con aumento de marea y olas de un metro de altura.
Plan ante el riesgo de maremotos
La sismóloga recuerda que existe un Plan Estatal de Protección Civil ante el Riesgo de Maremotos, que se publicó en 2021 basándose en la Ley 17/2015, del Sistema Nacional de Protección Civil. Dicho Plan fue elaborado en 2021 por la Dirección General de Protección Civil y Emergencias, dependiente del Ministerio del Interior.
En él se establece la estructura organizativa estatal para coordinar situaciones de emergencia por maremotos, así como los procedimientos de alerta a las autoridades competentes y a la población potencialmente afectada, a la que garantiza la atención integral. Así, se explican las directrices de actuación de la red Sísmica Nacional como parte del Sistema Nacional de Alerta de Maremotos con la finalidad de informar a las autoridades estatales de protección civil “de la manera más rápida y precisa posible” de la potencial llegada de un maremoto que pueda afectar a las costas españolas.
Su ámbito de aplicación son las comunidades autónomas costeras y las ciudades autónomas que presentan un mayor riesgo de alturas de olas superiores a 0,50 metros: Andalucía, Canarias, Cataluña, Comunidad Valenciana, Galicia, Baleares, Murcia, Ceuta y Melilla.
El informe analiza toda la costa española y, respecto a Melilla, concluye que “el maremoto que podría generar mayores elevaciones es el generado en la falla de Alborán Sur, con elevaciones superiores a cinco metros”. El tiempo de llegada de estas elevaciones rondaría los 20 minutos.