Las playas melillenses volvían a llenarse de gente. Debido a las altas temperaturas que atraviesa la ciudad, multitud de personas han encontrado en la playa una alternativa para sofocar el calor y refrescarse de otra manera, que no sea estando en casa y gastando electricidad.
El mes de julio llega pisando fuerte. Después de una semana en la que los termómetros alcanzaban los treinta grados tanto a primera como a última hora del día, el mar se ha convertido en una de las opciones favoritas de la ciudadanía para luchar contra el bochorno que reina en Melilla.
Martina, una joven melillense, se encontraba en la playa de la Hípica, disfrutando de su día libre junto a su pareja. Ambos habían decidido echar el día en la playa para no estar encerrados en casa y el aire acondicionado encendido todo el día.
“Es un gasto enorme que ahora mismo, tal y como están las cosas, no nos podemos permitir. Y para estar en casa muertos de calor, nos venimos a la playa y nos damos un bañito de vez en cuando”, cuenta a este diario.
No es el primer día que bajan a la playa. Desde que las temperaturas empezaron a subir, tanto ella como su pareja han estado frecuentando constantemente la playa. “Si tuviéramos piscina estaríamos todo el día metidos en ella, en remojo”, comenta entre risas. Ella se considera más de invierno que de verano, y asegura que lleva muy mal el calor.
Pero hay más personas que llevan frecuentando la playa desde hace ya un tiempo, como hace ella. “El jueves no se cabía. Al ser fiesta, había mucha gente. Casi no se cabía con tantas sombrillas”.
Una afirmación que secunda Luis, quien se dirige a casa a comer después de haber pasado la mañana en Los Cárabos con su familia.
“A nosotros la playa nos encanta. Nos relaja mucho y te refrescas. Y los niños se lo pasan en grande y acaban cansados”, explica.
Con sus dos hijos pequeños, estar en casa encerrados tampoco es una buena alternativa. El parque, con esta temperatura, tampoco es una buena alternativa. “Hemos probado a ir pero si no vas muy temprano, es insoportable estar allí con los niños. Si acaso vamos cuando ya anochece, que hace un poco más de fresco”.
En la playa los pequeños puedan jugar y disfrutar al aire libre, sin tener que estar “enganchados a una pantalla” todo el día. Al final, dice, es la “mejor opción” para todos. Ahora suben para comer y echar la siesta. “La tarde ya es más liviana. Luego hace más fresco; ahora es imposible estar en la calle”, señala.
Y es cierto. Una estampa que recorría la ciudad durante la mañana de ayer era ver las calles prácticamente vacías. El contraste con las playas era más que evidente. Con las altas temperaturas, es imposible estar mucho tiempo andando por la calle.
“Hemos ido a comprar esta mañana temprano y ahora nos hemos venido un rato para refrescarnos”, comenta Yolanda, que vuelve por el paseo marítimo con su pareja.
Con este tiempo, dice, ya es lo más normal en la ciudad para poder mitigar el calor sin que suba mucho más la factura de la luz. Es la “misma historia de siempre”, dice, pero no queda más remedio.
Cuando se ha bañado, Yolanda señala que se ha topado con algún que otro plástico en el agua porque “la gente no cuida la playa y deja la basura por ahí”.
La situación, sin embargo, era muy distinta hace unos días cuando se prohibió el baño en San Lorenzo, la Hípica y Los Cárabos porque se habían vertido aguas residuales en el mar. Se izaron las banderas rojas y muchos melillenses no pudieron bañarse para sofocar el calor.
Un par de días después, las banderas se levantaron porque los análisis realizados en el agua no encontraron contaminación de riesgo para los bañistas.
Aún así, hay algunos que todavía se muestran un poco reticientes con la idea de meterse en el agua después de lo sucedido.
Es el caso de Antonio. “A mí me da cosa y por lo que veo a mucha gente también”, lo dice porque en ese momento hay pocas personas dándose un baño. “Los análisis pueden decir lo que quieran, pero hasta que se me olvide, no pienso meterme”. Mientras tanto, asegura que se acerca a las duchas y se pega un refrescón en ellas.
Una amiga suya, María, opina todo lo contrario. A ella le da igual que el baño se prohibiera hasta hace unos días. “Hace mucho calor como para estar aquí sentada”, dice. El agua refresca, aunque se encuentre alguna que otra alga, comenta.
Belén, otra amiga, piensa igual que ella. Si se han hecho los análisis correspondientes y se ha demostrado que no hay restos contaminantes, no se va a privar del baño. Tras echar la mañana, los tres amigos se marcharon a comer y volverían hoy con el mismo plan.