Como cada año la ciudad autónoma de Melilla se ha llenado de ilusiones y sonrisas para celebrar el día de los Reyes Magos, una de las tradiciones más arraigadas de España. Este lunes, desde las primeras horas del día, los melillenses se han dejado llevar por el espíritu festivo que ha recorrido cada rincón de la ciudad.
Los Reyes Magos estuvieron dando vueltas por las calles de Melilla el pasado domingo 5 de enero pero la emoción continúa en la ciudad autónoma. Los más pequeños han disfrutado hoy de los regalos que sus Majestades de Oriente dejaron esta madrugada en sus hogares, mientras las familias celebran juntas este día tan especial.
El 6 de enero ha amanecido con el sonido inconfundible de risas infantiles, chillidos de emoción y papeles de regalo desgarrándose. En los hogares de Melilla, los niños se han despertado con la ilusión de descubrir los regalos que los Reyes Magos habían dejado bajo el árbol.
Bicicletas, peluches, juegos de mesa, libros y hasta consolas de videojuegos han sido algunos de los regalos que han alegrado el día. Aunque el tiempo no ha acompañado debido a la lluvia intermitente, muchos niños no se han resistido a salir a jugar con sus nuevos juguetes. En las calles, se podía ver a pequeños montando sus bicicletas o probando sus patinetes, mientras otros mostraban orgullosos sus nuevos balones o muñecas.
En el centro, la señora Carmen Martínez, abuela de dos nietos, comentaba emocionada que “este es el día más bonito del año”. “Ver sus caras de alegría cuando abren los regalos no tiene precio. A mi nieta le han regalado una casita de madera para jugar y a mi nieto un coche teledirigido que no ha soltado en todo el día”.
Las cartas escritas con esmero a sus Majestades de Oriente se han hecho realidad para muchos convirtiendo este 6 de enero en un día inolvidable.
En la Plaza de las Culturas, Lucía, de siete años, mostraba con orgullo su nuevo juego de magia. “Se lo pedí a los Reyes porque quiero ser maga cuando sea mayor, como el payaso Sarapín”, dijo con una gran sonrisa.
En la Plaza de España, Javier, un niño de ocho años, mostraba con orgullo su nuevo coche teledirigido. “¡Es lo que más quería de lo que le pedí a los Reyes!” , decía el niño. Su hermana menor, Clara, interrumpió para enseñar su muñeca que habla y canta. “Se llama Sofía y dice ‘te quiero’ cuando aprieto su mano y se hace pipí”, explicaba con una sonrisa de oreja a oreja.
En el Parque Hernández, Lucas de seis años jugaba con el balón del Real Madrid que le habían traído los Reyes metiéndose en cada charco que la lluvia había formado. Su madre por detrás le gritaba que parase o se irían a casa. "Con este tiempo no tendríamos que haber salido, pero a ver quien lo aguanta en casa con el balón nuevo". "No se que hubiera sido peor porque va a llegar para meterlo directo a la lavadora", bromeaba Lucía, la madre de Lucas.
Por otro lado, las pastelerías locales han trabajado a pleno rendimiento para satisfacer la demanda del roscón de Reyes, el dulce estrella de la jornada. Este año muchas familias han optado por versiones artesanales, algunas incluso fusionando sabores tradicionales españoles con toques árabes, reflejo de la riqueza gastronómica de la ciudad.
La tarde del 6 de enero, las familias melillenses se han reunido en torno a la mesa para disfrutar del tradicional roscón acompañado de chocolate caliente. En muchos hogares, la reunión se ha prolongado con juegos de mesa y anécdotas sobre la llegada de los Reyes Magos. Algunos también han aprovechado la ocasión para dar un paseo por el Paseo Marítimo o el Parque Hernández aprovechando el ambiente relajado que caracteriza esta fecha.
Las terrazas han estado completamente vacías por la lluvia pero sin embargo el interior de los bares estaba repleto. Por la tarde una vez que abrió el cielo y salió el sol, muchos melillenses aprovecharon para tomarse un cafe, una caña o incluso las dos cosas. "Hemos salido a merendar un cafe con un trozo de roscón y al final mírame, con una cerveza en la mano", decía Luís, que estaba con su grupo de amigos.
Así, entre abrazos, risas y recuerdos inolvidables, Melilla ha despedido otro día de Reyes Magos dejando en los corazones de sus habitantes la certeza de que la magia de Oriente sigue viva. Una magia que no solo habita en los regalos, sino en la capacidad de compartir, de mirar al futuro con esperanza y de conservar las tradiciones que nos unen como sociedad.
Familias unidas, niños felices, y la ilusión aún presente en el aire. El Faro desea que esta magia dure todo el año.
Una Cabalgata que deslumbró a todos
La mágica jornada comenzó la tarde anterior con la tradicional Cabalgata de los Reyes Magos, un evento que marca el inicio de la noche más esperada por los niños. Este año, la deslumbrante procesión superó todas las expectativas, con carrozas que parecían salidas de un cuento de hadas. Melchor, Gaspar y Baltasar recorrieron las principales calles de la ciudad sobre sus imponentes carrozas, acompañados de música, luces y un cortejo de pajes que lanzaron miles de caramelos al público.
Las calles estaban abarrotadas de familias que no quisieron perderse ni un detalle de este desfile multicolor. Los niños agitaban sus manos con entusiasmo, esperando captar la atención de los Reyes, mientras los adultos disfrutaban del ambiente festivo. El momento culminante llegó cuando la Cabalgata hizo su parada en la Plaza de las Culturas, donde Sus Majestades ofrecieron un emotivo mensaje de paz y unión, recordando la importancia de compartir y cuidar unos de otros.
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