Centenares de personas llenaron el Paseo Marítimo para acompañar a la Virgen del Carmen en su paseo por las calles y las costas de Melilla. También los barcos procesionaron con esta imagen.
Lleva un año esperando para hacer las presentaciones. Su niña va a conocer la Reina de los Mares. Ella continuará con la tradición familiar de ir a la procesión cuando sea mayor. Pero hay que darse prisa. Nunca se sabe cuánto tiempo va a estar la Señora paseando en barca por la bahía de Melilla. Arregla a la pequeña con su mejor vestido y le pone una cinta en el pelo para que se vea aún más hermosa. ¡Está para comérsela así vestida de blanco y con esos mofletes regordetes destacando por su color rosado! La Virgen también ve la niña tan guapa como ella, de eso está segura. El pasado 16 de julio no pudo participar en la procesión como hubiera querido. Vio la Virgen del Carmen sentada en un banco del Paseo Marítimo porque con el embarazo se cansaba nada más andar dos pasos. Este año quiere explicarle a la niña, aunque tan solo tenga unos meses y no la entienda, cómo los hombres sacan fuerza para llevar a esta imagen hasta una barca que está metida en el mar. Contarle al bebé lo importante que es la Virgen del Carmen para ellas. A esta imagen le encomendó su embarazo y su parto. Todo salió bien, así que hay que agradecerle su ayuda y presentarle de forma oficial y ante todos los melillenses a su niña.
Esperó a que ‘los coreanos’ sacaran a la Reina de los Mares del agua y aprovechó que estaban haciendo una parada para acercarse al capataz. Este hombre grande cogió a su niña, la levantó y gritó: ¡Viva la Virgen del Carmen! Su emoción contenida brotó en lágrimas. Ésta ha sido la primera procesión a la que ha acudido su niña, pero serán muchas más la que vivirá con ella.
Ahora comprende el amor de una madre y el vínculo que se crea entre ella y un hijo. Si su devoción por la Virgen del Carmen era grande, desde el día de ayer no habrá otra en sus oraciones, porque es la Reina de los Mares la que ha bendecido a su niña.
Ésta es sólo una de las historias que cada año acompañan a la Virgen en su procesión por Melilla. Todos los 16 de julio los miembros de la Asociación Hipódromo engalanan el trono de la Señora y lo llenan de flores blancas para que los portadores la lleven a la iglesia de San Agustín.
La banda de cornetas y tambores de la Virgen del Carmen no es la única que procesiona con ella. La Compañía de Mar abre paso y agradece la protección que les ofrece su Patrona. Se suman a esta comitiva decenas de devotos de la Madre de los Pescadores, que es como se la conoce en este barrio de la ciudad. Cada melillense lleva en su corazón lo que le une a la Virgen, desde una promesa a una tradición familiar o una petición, porque en estos tiempos de crisis se necesita una ayuda divina de vez en cuando.
El sacerdote que ofició ayer la misa en honor a la Virgen del Carmen resaltó el ejemplo que dio para todos los cristianos. Aseguró que los melillenes pueden encontrar en ella el consuelo y el cariño de una madre que vela por ellos cada día. Pidió a los devotos de la Señora que intenten ser mejores en su trabajo y en sus hogares para que algún día el mundo pueda ser un lugar mejor.
De la iglesia de San Agustín baja la imagen de la Virgen del Carmen sobre los brazos de los portadores. No les flaquean las fuerzas, pues llevan un año esperando para soportar sobre sus hombros el peso de este pequeño trono.
Para algunos, el momento más emotivo de toda la procesión es cuando sacan toda su energía para agarrar bien los varales y subir a la Reina de los Mares sobre una barca. En ese momento se sienten más vivos que nunca. Saben que los melillenses están en la orilla observando cada gesto que realizan. No es hasta que el capataz grita que ya está subida la imagen al barco, cuando los ciudadanos les aplauden. Es entonces cuando se abrazan y se salpican para acabar mojados del todo.
Ayer hubo varias paradas en el trayecto a la playa, como la ofrenda de flores que se hace todos los años a la viuda de Francisco Gil, un melillense que murió al intentar salvar a unos nadadores de la fuerte marejada.
Pero la sorpresa llegó cuando al pasar la plaza del Callao, los vecinos habían preparado un altar con otra imagen de la Virgen del Carmen. Allí realizaron varias ofrendas de flores y de nuevo se escuchó: “¡Pescadores! ¡Viva la Reina de los Mares!”.
Fueron centenares de personas las que esperaban a la Señora en el Paseo Marítimo. Y muchos los barcos que acompañaron a la barca que portaba esta imagen por toda la costa de Melilla.
Como es una tradición, los vecinos de Corea fueron los que entraron en el mar para coger sobre sus hombros a la Virgen del Carmen y continuar con la procesión en tierra. El año pasado, este paseo en barca no se pudo realizar porque el levante sopló con mucha fuerza, así que estaban eufóricos con la oportunidad que tenían de sacar a la Virgen de rodillas hasta la orilla en esta ocasión.
Las mujeres de Corea fueron las últimas en portar a la Virgen. Algunas hicieron la procesión con sus hijos al lado y otras, que aún no son madres, viendo a sus familiares emocionados porque la Reina de los Mares bendecía cada rincón de la ciudad.