Vivimos en una sociedad competitiva y acelerada que en el día a día provoca a los ciudadanos problemas de salud mental. Hace más de treinta años que se pone de manifiesto este problema tan generalizado gracias a la designación del 10 de octubre como Día Mundial de la Salud Mental. Esta jornada permite llamar la atención sobre la importancia de cuidar ese aspecto de nuestro organismo, que tantas veces sufre las consecuencias del ritmo endiablado en nuestras vidas.
Este año, la conmemoración del Día Mundial de la Salud Mental ha puesto el acento en los trabajadores y en los centros de trabajo, donde la persona pasa muchas horas de su tiempo y donde se sufren situaciones que repercuten directa y diariamente en nuestro bienestar emocional. Un sindicato ponía como ejemplo al sector de la enfermería, que debe lidiar con la muerte o el sufrimiento de las personas como algo cotidiano, lo cual les supone mermas en ese tipo de salud tan necesaria para el desarrollo vital.
El lema de este año ha sido, por tanto, "el trabajo como medio de integración social" y se ha pedido públicamente normalizar y eliminar el estigma con el que conviven las personas que padecen algún tipo de enfermedad mental, así como a facilitar su inserción en el mercado laboral.
En Melilla, la Federación de Asociaciones de Familiares y Personas con Enfermedad Mental (Feafes) ha protagonizado un acto reivindicativo sobre estas cuestiones en cuyo manifiesto se ha recordado que entorno laboral es uno de los principales factores que influyen en el bienestar de los ciudadanos. Igualmente, se instó al tejido empresarial y al Estado a generar oportunidades en el acceso al empleo ordinario y a que lleven a cabo políticas y alianzas que alienten los itinerarios de inserción sociolaboral.
Lo que se pretende en todo caso es que la falta de salud mental deje de ser un elemento estigmatizante para las personas que padecen depresiones o cualquier otro tipo de patología en ese sentido. Y se llama la atención sobre el hecho, además, de que la sanidad pública no tiene suficientes profesionales para ayudar a quienes padecen alguna de esas enfermedades. De hecho, España es el país europeo donde menor número de psicólogos existe dentro del sistema.
Los últimos datos conocidos, que datan de 2018, indican que en nuestro país hay seis profesionales por cada 100.000 habitantes, una cifra que se queda muy lejos de la ratio media de la OCDE: 18 psicólogos por cada 100.000 personas. Por eso no es extraño que el paciente deba esperar meses para poder obtener una cita con un profesional público y otros tantos para las imprescindibles revisiones. La alternativa es la sanidad privada, pero no todos los afectados en su salud mental disponen de presupuesto suficiente como para pagar un tratamiento de su bolsillo.
La Ciudad Autónoma, según manifestó la consejera de Política Social y Salud Pública, Randa Mohamed, aporta cien mil euros al año para que Feafes lleve a cabo varios programas de apoyo a personas que sufren esas patologías. El dinero permite financiar un piso tutelado para personas con problemas de salud mental y los otros son programas de educación, formación y prevención de estas enfermedades.