Es el Peñón de Vélez un islote rocoso, de forma rectangular en su base, de 260 metros de largo por 100 de ancho y una altura máxima (Batería de la Corona) de 90 metros. Estrecho y poco elevado istmo de 45 metros de longitud, lo une con una isla pequeña, de 100 metros de larga por 40 de ancha, que se llama «La Isleta». Dista 100 millas de Málaga, 75 de Algeciras, 74 de Ceuta, 80 de Melilla y 22 de Alhucemas.
En la pelada roca se eleva un castillo fortaleza guardador de la playa de Bades, centro de audaces piratas que en sus correrías se ensañaron del Mediterráneo y llegaron en su osadía hasta las costas de la Península.
Persiguiendo algunas de sus embarcaciones la Escuadra española, mandada por Pedro Navarro, llegó a la altura del Peñón, defendido por fuerte núcleo de piratas y aún más por lo inaccesible de sus acantilados, pero hábil maniobra de las naves, desconcertó a los defensores, que huyeron a la playa al escalar los soldados de España los ingratos escarpados de la isla, que quedó en nuestro poder el 23 de julio de 1.508.
Difíciles situaciones crearon a los defensores la hostilidad de los bereberes vecinos y la falta de medios de vivir, especialmente agua, que tenían que conseguir mediante amenazas a la ciudad, amenazas que algunas veces habían de hacer efectivas bombardeando la populosa Vélez de la Gomera.
Muley Mohamed, señor de territorio, consiguió apoderarse de nuestro presidio el 20 de diciembre de 1.522, muriendo toda la guarnición y con ella su Jefe, Capitán Juan Villalobos.
En 1.525 había hecho una tentativa a tal objeto el Marqués de Mudéjar, Capitán General de Granada, tampoco tuvo resultado satisfactorio la expedición que el 1.563 mandó don Sancho de Leiva, por lo que Felipe II ordenó se organizara poderosa escuadra, cuyo mando encomendó a don García de Toledo, Marqués de Villafranca y Virrey de Cataluña, quien, tras reñidos combates, se apoderó de la ciudad, logrando rendir el Peñón el 6 de septiembre del año siguiente. La plaza quedó algún tiempo bajo el mando de don Álvaro de Bazán.
Raras fueron las épocas de paz que disfrutó nuestro presidio menor que en lucha permanente con los feroces vecinos de la inmediata costa, vivió días de angustia, peleando sus defensores como héroes, sin esperanza de auxilio, fácilmente batidos desde el litoral y sufriendo hambre y sed.
Modernamente cambió la vida de la población recluida en el peñón de Vélez. Desapareció el presidio y con él la abigarrada población penal, terminando así la vida de angustia que imponían los presidiarios y las deserciones al campo enemigo. Los modernos medios de comunicación lo enlazaron por cable submarinos con Ceuta, Melilla y Alhucemas. Posteriormente, la telegrafía sin hilos llevó noticias y pudo transmitir demandas. Una vez a la semana,tras de hacer escalas en Alhucemas, en pequeño vapor procedente de Melilla conducía el pasaje, la correspondencia, víveres y agua que se almacenaba en siete aljibes de una capacidad de mil metros cúbicos.
La población antes de los acontecimientos de 1.922, era de 400 almas, incluído en tal número el elemento civil y la guarnición. Ésta fue entonces reforzada y aquél quedó reducido a empleados de Telégrafos, faristas y algunos paisanos, ocupados en intendencia o en la empresa minera «Sogema».
Existe un muelle cuyo extremo queda a corta distancia de la playa.
EPÍLOGO:
La historia de estos reducidos territorios nos demuestra su total vinculación a España, de la que forman parte integrante con iguales razones y derechos que el resto del territorios Patrio.
Ocupadas hace más de cuatro siglos algunas de ellas antes que Navarra fuera española nunca pertenecieron a nación alguna; fueron refugio de piratas bereberes o turcos y otras, como Chafarinas, estuvieron siempre abandonadas.
Su historia no se puede mezclar con nuestra misión histórica en el Protectorado Marroquí, al que acudimos por generosas razones de convivencia para llevar la paz a la atormentada nación vecina.
La posesión de dichos territorios es anterior a nacionalidad alguna y, por otra parte, jamás tuvo alguien autoridad sobre ellas que, o fueran piratas o guerreros que no admitían sumisión a ningún orden constituído.
Estas claras razones están reconocidas en los sucesivos tratados firmados por España con el Sultán de Marruecos. Tratados firmados en 1.860 y 1.894, Acta de Algeciras y recientemente al cesar España en su labor protectora en Marruecos.
Hoy día, formada la nación marroquí, cobran nuevo valor, pues constituyen posiciones avanzadas, verdadera atalayas de la Patria.
Nota: Hasta aquí el contenido de este cuadernito editado por la Comandancia General de Melilla en 1.962, cuadernillo que perteneció a mi suegro Don Manuel Martínez de Arce, ex Guardia Civil de Melilla, que trabajó también en el Correo Alemán. Falleció en Valencia hace algunos años DEP.
Añado también, que en mi caso, desconocía toda esta historia como posiblemente ocurrirá a la mayoría de melillenses exceptuando a historiadores de la Ciudad. A mí desde luego me ha gustado y reconfortado conocer parte de la historia de mi ciudad nativa, la cual abandoné con 19 años por motivos laborales (funcionario postal de Correos). Lo voy a dedicar a mi gran amigo y colaborador muy experimentado de El Faro de Melilla (Juan Jesús Aranda y a su buen amigo José Luís Blasco), menudo complemento conocedores de toda la historia de Melilla.