El magistrado Emilio Lamo de Espinosa del Juzgado de Menores de Melilla ‘muere’ en la Sala para convertirse en una “persona reeducadora”que, acompañada de un equipo multidisciplinar, reconduce la situación personal y familiar de los infractores.
La crisis económica parece ser el motivo principal de algunos menores para cometer pequeños hurtos al descuido o incluso robos con violencia o con intimidación. Así lo percibe el magistrado del Juzgado de Menores de Melilla, Emilio Lamo de Espinosa, quien añade que estos menores, especialmente los de origen marroquí, cruzan la frontera e intentan conseguir dinero para lograr su objetivo: Llegar a la península. Pero estos casos no son tan frecuentes, como aquellos menores de edad de Melilla que “reconocen y asumen su error y se esfuerzan por mejorar”.
Tanto si es la primera vez que delinquen como si es reincidente, en el Juzgado de Menores de Melilla no se tira la toalla con ningún menor que pasa por allí. “Dentro de la Sala, soy el juez que valora unos hechos y unas pruebas y se aplica la medida correspondiente”, afirma Lamo de Espinosa. Pero fuera de las dependencias judiciales y acompañado de un completo equipo multidisciplinar, comienza el trabajo de la “persona reeducadora”. Psicólogos, psiquiatras y trabajadores sociales componen el equipo técnico del Juzgado de Menores de Melilla, que se apoya, y mucho, en el trabajo de la Fiscalía y en el personal que trabaja en el Centro de Reforma. “Nuestro objetivo es centrar al menor, hacer que siga unas pautas y, en definitiva, reeducarle”, explica el magistrado.
Hace casi dos años que Lamo de Espinosa se hizo cargo del Juzgado de Menores en sustitución de María Alonso y desde el punto de vista judicial, asegura que este juzgado es “la joya de Melilla”, pues no hay ningún caso pendiente de una fecha para ser juzgado. Tanto él como el personal que trabaja en la Torre Norte del V Centenario recalcan a todo visitante que las decisiones que se toman en la Sala de Vistas no son condenas, sino medidas. “No se imponen penas son medidas que la Ley del Menor pone a disposición de los jueces y con una gradación extensa. Desde la más dura que es el internamiento en el Centro de Reforma en régimen cerrado hasta la más leve, que es la amonestación”, explica.
Actualmente, en el Centro de Reforma, recién estrenado, reside cerca de una treintena de menores. Bajo una medida ejecutoria o sentencia son 18 los menores que están en el centro en régimen cerrado (3) y semiabierto (15); con una medida cautelar son 9 los menores del Centro, de los cuales dos están en régimen cerrado y 7 semiabierto.
La incidencia de menores extranjeros, de origen marroquí, y mujeres en el Centro de Reforma es mínimo. Tampoco se dan casos muy graves, salvo dos. Uno de ellos ingresó por tentativa de homicidio y otro por agresión sexual. Dos menores melillenses están aún en centros de la península recibiendo terapia, aunque posiblemente sea trasladados a la ciudad en fechas próximas para seguir sus tratamientos psicológicos o de desintoxicación en las nuevas instalaciones del Centro de Reforma, que ahora sí pueden dar este servicio.
En el momento en el que un menor es denunciado, inmediatamente el caso lo investiga la Fiscalía de Menores. Allí se recaban todas las pruebas y la declaración del menor para hacer la instrucción que servirá de base para el Juzgado de Menores. Muchos de los expedientes que se abren en la Fiscalía no llegan al Juzgado, pues se resuelven con una simple mediación familiar, en el caso de que la naturaleza de la denuncia sea una agresión entre el menor y sus hermanos o sus progenitores.
Los casos que llegan finalmente al Juzgado pasan primeramente por el equipo técnico, formado por psicólogos y trabajadores sociales, quienes se encargan de entrevistarse con el menor infractor. Según explica Lamo de Espinosa, la mayoría de ellos viene de familias desestructuradas y muy afectadas por la crisis económica, que provocan conflictos entre los hermanos y los padres. La edad media de la mayoría de estos menores ronda los 16 y 17 años. Son pocos los casos de menores infractores de 14 ó 15 años.
En la Sala de Vistas, es Lamo de Espinosa quien, tras estudiar el trabajo realizado por su equipo técnico, impone las medidas cautelares o judiciales correspondientes. A veces esas medidas no corrigen el comportamiento de menor y, tras cumplir la sentencia, vuelve a delinquir. “Esos casos son pocos, pero todos podemos cometer errores y aplicar una medida que puede fallar”, afirma. Pero, por el momento y a tenor del tiempo que lleva en el Juzgado de Menores, no ha perdido la esperanza con ninguno. “Depende de la voluntad del menor de corregirse y de nosotros depende su reeducación”, añade.
Por ello, una vez que el juez ‘muere’ en la Sala, Lamo de Espinosa se desplaza una vez al mes al Centro de Reforma para entrevistarse personalmente con los menores que así lo solicitan. El seguimiento que el magistrado hace de los menores infractores, provoca que muchos de ellos, cuando le ven en el Centro le consideren como a un padre. “Lo único que les exijo son dos cosas. Primero que su comportamiento en el Centro sea bueno, que no tenga abierto ningún expediente y que no tenga ninguna queja por parte del personal que allí trabaja. Y en segundo lugar, les exijo que estudien. Cada uno en función de sus posibilidades, pero el que puede y está capacitado no puede sacar menos de un 7 en los exámenes”, afirma.
“Se esfuerzan mucho por mejorar. A los que no saben hablar castellano les digo que no me reuniré con ellos hasta que aprendan. En cuestión de un mes pueden entablar una conversación en español y eso es mérito suyo nada más. Hay menores que tienen una cabeza privilegiada y cuando salen del Centro y veo que ganan premios nacionales me quedo muy satisfecho. Tengo grandes ilusiones y expectativas con muchos de ellos”, asegura.
El objetivo principal del Juzgado es que los menores infractores se “reeduquen” a través de la disciplina que se impone al tener que cumplir las pautas de comportamiento que establece Lamo de Espinosa en sus resoluciones judiciales o bien en el propio Centro de Reforma. En ambos casos, se intenta “incidir en los motivos que originaron la infracción”.
Asistir todos los días al instituto, aprobar los exámenes, acudir a Proyecto Hombre, en los casos en los que existe una drogodependencia, o participar en un programa de convivencia en un grupo educativo son algunas de las medidas que aplica Lamo de Espinosa en esta labor “reeducadora”.
A pesar de que el Juzgado de Menores de Melilla sea casi modélico también existen algunos problemas a la hora de ejecutar medidas a menores de origen marroquí. Las singularidades de Melilla hacen que la labor del Juzgado también sea especial en estos casos. Lamo de Espinosa explica que, gracias a la estrecha colaboración con la Policía Nacional, se puede tener un mayor control con los menores de origen marroquí. “A estos menores infractores es más difícil hacer el seguimiento de una libertad vigilada, a causa de la permeabilidad en la frontera, ya que el control es mayor con los adultos.
En el último trimestre, el Juzgado tramitó un total de 101 expedientes, de los que 11 llegaron a juicio
Según los datos facilitados por el Juzgado de Menores de Melilla, en lo que va de año se han emitido 74 sentencias. En lo que resta de 2012 es muy posible que la cifra ronde los 130. En todo caso, este dato es notablemente inferior a los registrados en 2010 y 2011, con 136 y 174 sentencias emitidas, respectivamente.
En el tercer trimestre del año, el Juzgado de Menores tramitó 101 expedientes, de los que 24 fueron resueltos. El resto, 77 están a la espera de una sentencia.
De este segundo grupo, los expedientes pendientes de remitir por la Fiscalía son 36 y en fase de audiencia hay catorce.
De los 24 expedientes resueltos entre julio y septiembre, once llegaron a juicio.
Diez de los procesos judiciales fueron por un delito y uno por una falta. A este mismo menor no se le impuso ninguna medida por la falta cometida.
Un total de 15 menores fue enjuiciado, a los que a trece menores se les impusieron medidas de internamiento en régimen semiabierto (8), bajo libertad vigilada (4) y una amonestación.
Sobre los cambios en la Ley del Menor
En un momento en el que la Ley del Menor está cuestionada socialmente, en especial, a raíz de casos muy mediáticos como los de Sandra Palo o Marta del Castillo, Lamo de Espinosa considera que, si bien son casos muy graves, vienen revestidos de unas características específicas que requieren, por tanto, “medidas específicas”.
El magistrado considera que la Ley del Menor es “buena” y trata “correctamente” cada caso, pues hay un amplio abanico de medidas que se pueden tomar con los menores infractores y, de hecho, es el trabajo posterior a la sentencia en el que se hace especial hincapié para “reeducar” al menor. Además, es el juez el que tiene que aplicar la medida que sea más efectiva, acorde con la situación personal del menor para no reforzar el comportamiento delictivo y reeducarle. Sobre los cambios que se proponen sobre la ley como, por ejemplo, rebajar la edad penal, Lamo de Espinosa no se muestra partidario, pues considera que el límite actual es “razonable”.