Fue ayer un día muy especial y que pasará a la historia por un hecho que, a pesar de su simbolismo, tiene un eco muy importante para España. Se trata del juramento de la Constitución por parte de la Princesa de Asturias ante los representantes del pueblo español, reunidos en el Congreso de los Diputados, que es donde reside la soberanía de nuestra nación. Nada se dejó al azar y la ceremonia fue seguida por cientos de miles de personas, tanto desde las grandes pantallas instaladas en distintos puntos de Madrid como desde las emisiones en directo de prácticamente todas las cadenas de televisión.
Fue un momento trascendental. Leonor de Borbón cumplió 18 años y alcanzar la mayoría de edad conllevaba asumir su responsabilidad como heredera de la corona y, como tal, garante de la unidad territorial de España, tal y como establece la propia Constitución que juró proteger y cumplir con todo un país como testigo. Después, ya en el Palacio Real, la Princesa de Asturias fue clara en su discurso: “pido que confíen en mí” dijo a todos los españoles.
La princesa Leonor se ha convertido en el miembro más destacado y querido de la monarquía, a juzgar por la puntuación que los ciudadanos le dan a cada uno de ellos y que se ha recogido en estos días por la prensa. Es, sin duda, el principal activo de la familia Borbón reinante en el país y en este mes de octubre ha sido su gran protagonista no solo por este acto en el Congreso sino por la jura de bandera en Zaragoza tras sus primeras semanas como cadete de la Academia General Militar y su presencia y protagonismo en la entrega de los premios Princesa de Asturias.
Con su juramento de servir fielmente a España, Leonor se ha convertido oficialmente ya en la heredera de su padre, Felipe VI, y asumiría el trono de forma automática ante la ausencia de éste, lo cual implica que su figura da continuidad a la monarquía parlamentaria española como base del sistema democrático que se pactó y puso en marcha en 1978 con el nacimiento de la Carta Magna, donde se define a España como un Estado social y de derecho, se garantiza la unidad territorial y se establece la igualdad de todos los ciudadanos ante la ley, entre otros principios que rigen la convivencia entre los españoles.
Melilla estuvo representada en ese acto solemne por el presidente de la Ciudad Autónoma, Juan José Imbroda, que se mostró “encantado” de poder apoyar con su presencia a la monarquía de un país “tan grande” y no dudó en expresar su “pena” por el hecho de que haya “quien se lo quiere cargar”, en alusión a los futuros acuerdos entre Pedro Sánchez y los independentistas catalanes.
Y también estuvo en el acto un joven teniente melillense del Ejército del Aire, Antonio A. Gil Flores, un magnífico embajador de nuestra tierra ante una ceremonia de esa categoría.