El secretario de la Federación de la Construcción de UGT, Abdeselam Anana, explica hoy en El Faro la difícil situación por la que atraviesa gran parte del colectivo de trabajadores de ese sector económico. Asegura que están “desesperados” y no descartan movilizarse, aunque reconoce que es difícil proponer una solución que no sea contraria a la legislación vigente ni a la ley del libre mercado. No es posible establecer un sistema económico para cuando la economía avanza bollante y otro para años de crisis como la que ahora sufrimos. El problema no está en la ley, sino en la escasez de proyectos. Este hecho empuja a las constructoras de la península a pujar por los que se ofertan en Melilla, donde colocan a sus propios trabajadores, que de otra manera permanecerían desocupados debido a la falta de actividad en sus lugares de origen. De poder elegir, probablemente estas empresas contratarían mano de obra en Melilla ya que obliga a menos gastos adicionales, como alojamiento, manutención o transporte. Sin embargo, emplear trabajadores melillenses supone dejar desocupados a los de su propia plantilla.
Por ello, en realidad, la competencia no se produce entre los obreros melillenses y los llegados de la península. La ‘lucha’ por el escaso trabajo la protagonizan las empresas, una pugna donde parece que las foráneas llevan todas las de ganar. La ley les favorece al garantizar la libre competencia y cuentan con más recursos para conseguir hacerse con las adjudicaciones. En consecuencia, quizás la única alternativa dentro de los límites que fija la legislación sea ajustar los proyectos a las posibilidades de las empresas de Melilla. Para ello habría que ‘desmenuzar’ las grandes obras en trabajos que puedan ‘digerir’ las constructoras locales y que, al mismo tiempo, no resulten atractivas para las foráneas por su reducida envergadura y escaso margen de beneficio. No obstante, la probable contrapartida a esta ‘maniobra’ para reducir el desempleo local será el encarecimiento de los trabajos. No todo es posible.