Desde adolescente, soñaba con investigar sobre el cáncer pero ha acabado dedicando los últimos treinta años de su vida al periodismo. José Levy (Melilla, 1958), corresponsal en el Medio Oriente de CNN en español, recibirá esta noche un homenaje en el Salón Dorado como Melillense del Año 2018. Desde Jerusalén, conversa con El Faro telefónicamente acerca de su ciudad natal, de la profesión y de la necesidad del entendimiento entre culturas.
–¿Qué significa recibir el premio Melillense del Año?
–Para mí significa un honor inmenso. He recibido muchos premios, desde los Emmy de la televisión de Estados Unidos, que están considerados los Oscar de la entidad televisiva, al premio a la Personalidad iberoamericana del año o he sido nombrado profesor honorario... Pero este es, sin duda, el más importante. Hay más cercanía. Lo otro tiene una relevancia a nivel internacional pero a nivel personal, humano, tiene menos para mí. Con el premio Melillense del Año estamos hablando de mis orígenes, de mi familia, de mis amigos... Hasta el punto de que en CNN en español me van a hacer entrevistas y especiales precisamente por recibir un premio tan significativo para mí. Un galardón así es excepcional porque son mis orígenes.
–¿Cuál es la relación que guarda con Melilla? ¿Hace mucho tiempo que no viene?
–Hace unos años, era el cumpleaños de mi mujer [Rebeca Benarroch, también melillense] y quería hacerle algo especial. Y, una noche, de madrugada se me ocurrió llevarla a Melilla de sorpresa. Ya no pude conciliar el sueño en toda la noche de la emoción. Le dije que íbamos a ir a Nueva York con escala en Madrid. Llegamos allí y cuando íbamos a coger el vuelo supuestamente a Nueva York, ella se dio cuenta de que íbamos a Melilla. Fue un momento muy emocionante, inolvidable. Me habían advertido mis hermanos, mis hijos de que cómo iba a cambiar Nueva York por Melilla. Pero yo estaba convencido de que para ella iba a ser el mejor regalo posible. Eso indica hasta qué punto Melilla está en nuestros corazones, en nuestra esencia.
–¿Hace mucho de ese viaje? ¿Cómo encontró Melilla?
–Hace ocho años. Melilla siempre está preciosa. De hecho, tengo que ir alguna vez a la ciudad a preparar un programa turístico para CNN en español. Porque tiene muchísimo más encanto que otros lugares. Esa Melilla La Vieja, esas playas, ese estilo modernista, esa amalgama de culturas... Todo eso le da un privilegio que se debería aprovechar para el turismo internacional. Melilla tiene un potencial enorme.
–¿De qué va a hablar en el discurso?
–Trataré unos puntos centrales pero intentaré improvisar porque creo que esto es más humano, más directo. Cuando uno lee un texto, pierde frescura.
–¿Cómo acaba un biólogo dedicándose al periodismo?
–A los 17 años me fui a la universidad a Barcelona, donde estaba una parte importante de mi familia. Mis padres se quedaron en Melilla. Mi gran ambición desde adolescente era avanzar en la investigación contra el cáncer. Pero en la época posfranquista, había pocas posibilidades de avanzar allí. Conseguí entonces una beca y me vine a estudiar a Israel. Cuando ya estaba desarrollando el doctorado en un laboratorio y para ganar un dinero extra, se me ocurrió escribir para alguna publicación en español. En la revista ‘Tiempo’ me dijeron que lo iban a intentar y comenzamos a trabajar. Ahí empecé una carrera periodística que se apoderó literalmente de mi vida. Me fue muy difícil completar el doctorado. Y ya son casi 30 años los que llevo trabajando en las distintas cadenas de CNN en español. Soy, de hecho, el trabajador más antiguo. Eso dio un vuelco radical a mi vida. Gracias a ello he podido cubrir los eventos centrales de la historia de las últimas tres décadas desde la caída del Muro de Berlín al fin de la URSS, la muerte de Nelson Mandela, muchos de los atentados terroristas que ha habido en Europa... También he estado donde ha habido situaciones terribles causadas primero por Al Qaeda y después por ISIS. Además de cubrir todos los temas del Medio Oriente desde mi base en Jerusalén, también he podido cubrir lo que ocurre en el Vaticano. Poder transmitir todos estos temas, a veces tristes, a veces dolorosos, también a veces alegres, como la elección del Papa Francisco, es para mí un privilegio.
–¿Cuáles son los episodios más desagradables que le ha tocado cubrir?
–Cubrir derramamiento de sangre o explosiones, ya sea en Jerusalén, en Europa o en otros lugares, porque en el momento en el que ocurre algo importante, ahí estoy yo, es muy duro. Ver tanto dolor se va a acumulando. En Jerusalén, quizás no haya nadie que haya vivido tantos atentados como yo. Esto crea una carga psicológica importante. Es un desgarro. Piensas que no te afecta pero luego vienen los sueños. Eso muestra que uno no es inmune al sufrimiento por mucho que uno quiera serlo. Cuando llego a un sitio donde ha ocurrido un horror, intento ver brevemente lo que sucede en el lugar y luego dar la espalda al lugar. A veces hay muertos, otras veces ya están cubiertos. Intento no mirar demasiado para impedir ese desgaste. Al fin y al cabo, somos seres humanos.
–También ha contado su experiencia en libros.
–He escrito dos libros. En ‘Testigo directo. Viviendo la noticia con CNN’, relato anécdotas de cómo es la vida periodística desde un medio como el mío. Y luego escribí ‘Terror. Alerta Isis’, en el que me refiero a ese fenómeno. Destaco sobre todo que el ISIS no representa a la religión musulmana. Los principios que rigen al Islam son muy diferentes a esto, y son parecidos a los de las otras religiones. Las tres religiones comparten el Antiguo Testamento. Esto es necesario destacarlo. Contaré una anécdota. Cuando estaba cubriendo los atentados en Bruselas, quería ir al barrio de Molenbeek y me advirtieron de que tuviera cuidado porque los medios no éramos bienvenidos. La palabra que me sirvió para que me abrieran las puertas y me recibieran con los brazos abiertos fue Melilla porque hay una parte de la población que es de la zona de Nador y hablan español perfectamente. ¡Con qué cariño me recibieron! Nos invitaron a comer al equipo. Pude escuchar directamente de los musulmanes que detestan el terrorismo. No se sienten representados.
Es necesario conocer y transmitir hasta qué punto estos grupos, ya sea ISIS, Al Qaeda o Boko Haram, no representan a la religión musulmana.
“Ojalá pueda dar la noticia un día del fin del conflicto entre palestinos e israelíes”
José Levy, Melillense del Año 2018, relaciona uno de los pilares del Papa Francisco, buscar puntos comunes entre los seres humanos, con la interculturalidad que se da en nuestra ciudad.
–De todos los acontecimientos que ha cubierto, ¿cuáles le han impactado o enseñado más?
–De todos se aprende siempre un poco. Mi asignatura pendiente es poder cubrir el fin del conflicto entre israelíes y palestinos. Ojalá algún día tenga la dicha de poder dar esa noticia. Pero el momento del fallecimiento de Juan Pablo II para mí fue muy importante. Pude informar a América Latina del fallecimiento de un Papa tan querido como él. Estaba informando delante del dormitorio papal. Cuántas emociones me imagino que me estaban acompañando al otro de la pantalla. Una de las personas que lo estaban viendo era el cardenal que hoy es el Papa Francisco y tuvo la deferencia de agradecerme, a través de su portavoz de entonces, la cobertura de ese acontecimiento. Le dijo que me buscara para decirme que se había emocionado por dos cosas: por mi manera de transmitir un momento tan importante para los católicos y por ser capaz, siendo judío, de desatar tantas emociones. Para mí fue un acto muy importante. Yo mismo me emocioné. Y fue ese acto el que me abrió una relación especial con el Papa Francisco.
Cuando fue elegido, su primera audiencia pública fue con los medios de comunicación. Sus primeras palabras en español fueron: ‘Yo sé que muchos de ustedes no son cristianos. Son de otras religiones o ateos. Pero todos somos hijos de Dios.’ Y esa frase se me quedó a mí grabada. Porque realmente señaló lo que es uno de los pilares de su pontificado: el intentar encontrar ese demonimador común que pueda aglutinar a los seres humanos. En ese aspecto, Melilla tiene un papel protagónico. Yo he vivido desde que era pequeño esa interreligiosidad, esa interculturalidad. Esto también trae problemas, claro. Pero frente a estos, existe ese deseo de convivencia, de forjar un futuro mejor. Es admirable en Melilla y en el Papa Francisco.
–También pudo entrevistar a Fidel Castro.
–Que Juan Pablo II, que había tenido un papel central en la caída del comunismo en Europa oriental, se reuniera con Fidel Castro despertó un interés descomunal. Un par de días antes de ese encuentro, hubo una rueda de prensa de 1.000 personas. Yo no he vivido nada así nunca. Después del encuentro, hubo 2.000 peticiones de entrevistas y la única me la dio a mí. No porque fuera yo sino porque era de la CNN y en español. Ahí tuve la oportunidad de conversar con él en un momento central. Lo que me dijo sobre ese rival ideológico suyo que era Juan Pablo II fue entrañable. Hubo muchas palabras de admiración, reconociéndole como un gran personaje de la Historia. A pesar de los problemas que había tenido Cuba con la Iglesia, mirando hacia el futuro, sus palabras fueron positivas para la Iglesia católica y los Papas posteriores también han visitado Cuba. De alguna manera, esa entrevista que me dio Fidel Castro abrió el camino.
–¿Qué diagnóstico hace del periodismo actual?
–En nuestra profesión, tenemos el compromiso sagrado de informar sobre las distintas caras de la noticia. Si uno quiere informar únicamente sobre un lado, que se haga político pero, por favor, que no se haga periodista. Nuestra credibilidad es lo más importante. Es el tesoro de cualquier periodista. Desde que yo comenzara a informar, la manera de transmitir ha cambiado mucho. La guerra del Golfo transformó la información. El poder seguir desde las casas la guerra se vio que era muy atractivo. El concepto de informar cambió entonces. Y ahora las redes sociales también han cambiado mucho todo. Representan un desafío para los periodistas. Los formatos son ahora más diversos. Antes estaba el telediario y ya está. Ahora hay mil posibilidades.