El sargento primero José Garcés forma parte de la Unidad Logística 24 (ULOG 24) de la Comandancia General de Melilla (Comgemel). Desde mediados del pasado mes de diciembre se encuentra en Isla Decepción, situada a poco más de 100 kilómetros de la Antártida, donde permanecerá hasta finales de febrero. Allí está aportando su trabajo a la Campaña Antártica prestando tareas de apoyo a los científicos que realizan investigaciones en esa zona del continente helado.
Desde la base del Ejército de Tierra Gabriel de Castilla, este melillense ha respondido a las preguntas que El Faro le ha enviado a través de correo electrónico. Garcés explica las condiciones en las que él y sus compañeros trabajan en el otro confín del mundo y se declara un “afortunado” por poder vivir esta experiencia en latitudes antárticas.
–¿En qué consiste su trabajo en la Campaña Antártica?
–Mi trabajo consiste, junto con otro compañero, en el mantenimiento y reparación de todo tipo de motores existentes en la base, como los grupos electrógenos que dan corriente a la misma durante los meses en los que está activada. También nos ocupamos de los motores fueraborda de las embarcaciones o vehículos terrestres (quad, Merlo o el gator). Esas son mis misiones principales
La secundaria es el apoyo a las demás áreas en sus trabajos, así como proporcionar seguridad al personal científico en sus desplazamientos por la isla (ya sea por tierra o por mar). Es importante señalar que uno de los motivos de la presencia del Ejército de Tierra en la Antártida es el apoyo a la investigación científica.
–¿Qué tipo de adiestramiento llevó a cabo para aclimatarse a las condiciones de la Isla Decepción? ¿Dónde lo realizó?
–He realizado junto a los doce componentes restantes de la campaña una serie de fases en conjunto, como fue la ‘fase de montaña’ en Llanos del Hospital, en Benasque (Pirineo aragonés), con la finalidad de aclimatarnos al frío, adaptarnos a la vida y movimiento en montaña invernal (terreno nevado). Esta fase la realizamos el pasado mayo y en ella incluimos prácticas de movimiento con crampones y raquetas, uso de piolet y también hicimos algún refugio de circunstancia en nieve.
La otra fue la ‘fase de agua’ llevada a cabo en O Grove (Pontevedra), en la cual hicimos uso de embarcaciones similares a las que poseemos en la Antártida para poder realizar movimientos de apoyo a los científicos en la Bahía Foster.
Ya más enfocado a mi área he hecho cursos de actualización de Mantenimiento de Grupos Electrógenos en el Parque y Centro de Mantenimiento de Material de Ingenieros (PCMMI) de Guadalajara, y otro recordatorio de motores fuerabordas en el Regimiento de Pontoneros de Zaragoza.
–¿La base Gabriel de Castilla opera sólo durante el verano austral. ¿A qué temperaturas se exponen en esta época del año?
–En esta época llegamos a tener unas temperaturas de entre -6 y -8 grados centígrados, pero el efecto del viento provoca que se baje hasta los -14.
–¿Cuántas veces ha participado en la Campaña Antártica? ¿Qué tal han sido esas experiencias?
–Esta es para mi la segunda campaña y como experiencia es inexplicable. No todo el mundo puede vivirla y pienso que soy un afortunado. Por eso la vivo con intensidad e intento disfrutarla al máximo.
–¿Es usted el único soldado melillense que ha participado en este tipo de misión? ¿Ha habido otros antes?
–Que yo sepa, soy el primero. Sé que de la plaza sí ha estado alguien más, pero de Melilla creo que soy el primero.
–¿Cuántas personas trabajan en la base Gabriel de Castilla en esta época del año?
–La dotación militar la formamos trece componentes, pero también se encuentran con nosotros científicos. Entre ellos hay vulcanólogos, sismólogos... Este año tenemos un nivel de ocupación de la base de 27 personas de media por día y llega a haber picos de hasta 33 personas.
–¿Cómo es su jornada diaria? ¿Se dedica exclusivamente a trabajar y a descansar o hay alguna forma de hacer actividades de ocio en la base?
–Mi jornada diaria es muy parecida a la que tengo en el cuartel. A las 8:00 horas, diana. A las 8:20, desayuno, y a las 9:00, nos ponemos a trabajar hasta las 14:00, cuando se hace un alto para preparar la comida. Comemos a las 14:30 y a las 16:30 retomamos las actividades hasta las 19:30, cuando paramos para ducharnos. A las 20:30 horas tenemos la reunión de coordinación de actividades del día siguiente con los jefes de los proyectos y toda la dotación de la campaña. Al terminarla, nos vamos a cenar (21:00 horas). Y, una vez terminada la cena, ponemos alguna película para desconectar un poco de la actividad. No todo es trabajo. Tenemos un pequeño gimnasio al que acudimos cuando podemos para practicar un poco de deporte.
–¿Qué tipo de instalaciones hay en la base?
–Las instalaciones se definen como semipermanentes. Esto quiere decir que si algún día se cerrase definitivamente la base y se desmontase toda la infraestructura, no debiera quedar resto de nuestra presencia.
La base posee un edificio principal que es el módulo de vida, en el cual se hace vida y se descansa. Luego cada área posee su módulo para trabajar. Entre ellos están los módulos de sanidad, navegación y buceo, obras, transmisiones, almacén de alimentos y otro para productos congelados.
Y, por supuesto, hay un módulo laboratorio para los equipos de investigadores que vienen a desarrollar labores de investigación científica a la Isla Decepción. También tenemos el gimnasio antes mencionado y una incineradora que utilizamos para quemar residuos orgánicos y papeles. El resto de residuos se reciclan.
–¿Cómo es el paisaje de la Isla Decepción?
–Es un paisaje atípico de la Antártida, ya que al ser la isla un volcán activo, en ella se encuentra nieve junto con la arena volcánica. Es algo muy llamativo.
–¿Cómo es la sensación de vivir con tantas horas de luz, al estar en pleno verano austral en el círculo polar antártico?
–No se nota, ya que tenemos tapadas las ventanas de los cuartos para hacer el efecto noche. Aunque a partir de más o menos las 23:00 horas se queda el día en penumbras, no llega a oscurecer, pero sí baja la intensidad del sol.