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Queralt considera que en nuestro país “democracia y calidad democrática no van juntas. El hecho de que estemos discutiendo esto es señal de que algo no va bien”
Al catedrático de Derecho Penal de la Universidad de Barcelona (UB) Joan Queralt le parece “improcedente” la concesión de medallas de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado a miembros de instituciones públicas. “A la gente no hay que premiarla por hacer las cosas bien”.
En el caso de las medallas concedidas a funcionarios judiciales en distintos puntos de nuestro país, incluida Melilla, el también coordinador del Máster de Criminología, Política Criminal y Sociología Juridicopenal de la UB, cree que este tipo de condecoraciones “crean lazos innecesarios que pueden condicionar actuaciones futuras o premiar actuaciones pasadas en algún caso discutibles”, aseguró en una conversación telefónica con El Faro.
Queralt considera que en nuestro país se ha banalizado mucho con el tema de las medallas del Ministerio del Interior. “Son tantas medallas, que se ha convertido en un acto folclórico”, dice.
Según explicó a El Faro, no existe un código ético que censure estas actuaciones. En su opinión “a la justicia en el España le falta separación de poderes y un código ético”.
Las situaciones más difíciles se dan, explica Queralt, en ciudades pequeñas y universos cerrados donde todo el mundo se conoce. “Alguna vez me ha tocado actuar en juzgados pequeños y he visto que a la hora de comer se reúnen todos juntos y se crean unas sinergias y unas simpatías que habría que regularizar”.
Aún así, el catedrático de Derecho Penal de la UB no ve necesario regular por ley la concesión de medallas a funcionarios judiciales. “En España hay ya muchas leyes. Hace falta ciencia y conciencia y eso viene de serie. Uno la tiene o no la tiene. Una ley dice que yo tengo que ser independiente, pero si yo soy de los que cree que hay que darle azúcar al poder no habrá ley que me lo impida. Es un tema de calidad democrática”, insiste a El Faro.
Queralt considera que en nuestro país “democracia y calidad democrática no van juntas. El hecho de que estemos discutiendo esto es señal de que algo no va bien”, concluye el catedrático.