El inicio de la campaña electoral ayer en Melilla no pudo ser más denigrante y deprimente para nuestra Democracia. Una agresión al único candidato a la reelección demostró que esta promete ser una campaña aún más dura que la anticipada con tanto escándalo y acusaciones cruzadas y permanentes en la precampaña que ya hemos vivido.
Parece utópico pensar que estos quince días por delante puedan servir para el debate, para la contraposición de propuestas y alternativas, para el análisis y la reflexión sobre nuestra realidad, nuestros objetivos y nuestras necesarias metas comunes.
Se está imponiendo el todo vale a una velocidad que promete desandar lo mucho que ha avanzado Melilla en pro de una convivencia capaz de superar la histórica coexistencia entre melillenses de distintos orígenes y confesiones religiosas.
La carrera hacia el poder no puede ser, en ningún caso, a costa de echar por tierra la Melilla plural que estamos construyendo.
La actuación ayer de CpM, reventando abiertamente la pegada de carteles por parte del PP y permitiendo que se agrediera al candidato Juan José Imbroda con un banderín de propaganda del mismo partido, exige que los cepemistas se sometan a la autocrítica, pidan perdón al PP y especialmente a su principal candidato y, por extensión, al conjunto del pueblo de Melilla.