Los colores del herrerillo
El herrerillo africano (Cyanistes teneriffae ultramarinus) es una de nuestras más bellas y coloridas aves. Para apreciar el colorido de este pajarillo tendremos que aprovechar los escasos instantes en los que abandona el follaje de las copas de los árboles y se muestra en campo abierto. Mientras permanece dentro de este follaje, sus colores, tan llamativos en el exterior, lo hacen sin embargo desaparecer entre los juegos de sombras y luces que forman las hojas y ramas.
Si nos da oportunidad de observarlo con un poco de detenimiento, ya que es un ave muy inquieta, es fácil distinguirlo de su pariente peninsular. La denominación caeruleus del herrerillo común hace alusión al color azulado de su espalda y coronilla. Este color también adorna la espalda del herrerillo africano, pero su coronilla es de un azul tan oscuro que a primera vista parece negro. Comparte esta particularidad con su pariente canario, una demostración de que su parentesco con él es más cercano. Aparte de este detalle de la coronilla, estas tres especies de herrerillos no tienen ninguna otra diferencia notable en cuanto a su aspecto. Coinciden, por tanto, en las características más destacables de su plumaje: Espalda azulada, pecho amarillo con una mancha negra en el centro y mejillas blancas, con una banda blanca que rodea su cabeza alrededor de la coronilla o copete. Esta combinación de colores hacen del herrerillo una de las aves más bonitas y representativas de la región holártica. Compite en belleza con otros representantes de la familia de los páridos, a la que pertenece. Otros páridos destacables por su plumaje son el carbonero (Parus major) y el herrerillo capuchino (Lophophanes cristatus). Quizás el párido más conocido y menos llamativo es el gorrión común (Parus domesticus).
Los cambios de nomenclatura
A pesar de su parecido con el herrerillo común (Cyanistes caeruleus) de la península, el herrerillo africano, que es el que vive en nuestras tierras, pertenece a una especie diferente. Durante algún tiempo se ha considerado una especie diferente del herrerillo canario (Cyanistes teneriffae) a la que se denominaba Cyanistes ultramarinus para diferenciarla. Sin embargo, y por ahora, su estatus es el de subespecie del herrerillo canario. Por tanto, su nombre antiguo, Cyanistes ultramarinus ha cambiado a Cyanistes teneriffae ultramarinus, nombre que indica que es una subespecie del teneriffae.
Un campeón contra las orugas
El herrerillo es básicamente un ave granívora, como el resto de páridos. Así lo atestigua su pico grueso y corto, adaptado a este tipo de alimentación, y diferente del de las aves insectívoras propiamente dichas, cuyo pico suele ser largo y delgado. Sin embargo, una gran parte de la dieta del herrerillo se compone de insectos y todo tipo de orugas que encuentra en los árboles donde vive. Para ello se recorre incansable sus ramas y tronco hurgando en la corteza hasta encontrar sus presas. Esta faceta de su alimentación convierte al herrerillo en un excelente aliado del bosque, al mantener a raya la población de las diferentes especies de orugas que atacan los árboles y evitar que lleguen a convertirse en una plaga. Su labor es especialmente valiosa con una especie de oruga en concreto, la procesionaria del pino (Thaumetopoea pityocampa). Esta oruga se ha hecho muy conocida por los problemas que ocasiona en los pinares, provocando la muerte de muchos árboles, y en los usuarios de estos pinares, ya que están recubiertas de unos pelillos urticantes que provocan reacciones alérgicas con el simple contacto. El herrerillo emplea un método muy hábil para evitar estos pelos urticantes: se las arregla para diseccionar la oruga y devorar su interior, dejando la piel vacía. Por tanto, una buena población de herrerillos en un pinar es su mejor garantía. Sin embargo, muchos pinares se siguen fumigando con pesticidas contra la procesionaria; a corto plazo puede parecer eficaz, pero a largo plazo el veneno acaba también con los enemigos de la procesionaria, con lo que las plagas volverán irremediablemente. De hecho, los pesticidas son una de las causas principales del vertiginoso descenso del número de aves a nivel general en Europa.
Cajas-nido para la salud del pinar
Muchas administraciones ya han entendido la eficacia de la lucha biológica contra las plagas; en el caso de la procesionaria, en la península se están llevando a cabo campañas para potenciar la presencia de herrerillos y carboneros en los pinares. Para ello es fundamental instalar cajas-nido que favorezcan el que estas aves puedan anidar en dichos pinares, ya que los pinos no ofrecen refugios naturales con las características adecuadas para que estas aves aniden. En el pinar de Rostrogordo, son muchos los melillenses que han sufrido los efectos desagradables de la presencia de la procesionaria, y muchos los árboles que han sucumbido a su voracidad. Los herrerillos de esa zona se ven obligados a anidar en los lugares más insospechados, como las cámaras y farolas de la valla fronteriza e incluso hace años la contrapesa de la barrera que da acceso a las instalaciones del camping.
Es evidente que nuestro pinar es muy vulnerable a las plagas, entre otras cosas por ser un pinar monoespecífico, o lo que es lo mismo, un pinar compuesto por pinos de una sola especie, en este caso pino carrasco (Pinus halepensis), con presencia testimonial de algunos eucaliptos (Eucalyptus gomphocephalus), y solo desde hace algunos años se han introducido otras especies como algarrobos (Ceratonia siliqua), acebuches (Olea europea var. sylvestris) y araares (Tetraclinis articulata), en sucesivas plantaciones en las que ha colaborado Guelaya, pero estos son aún muy jóvenes para que su presencia resuelva los problemas que afectan a las masas forestales monoespecíficas, entre ellas su vulnerabilidad frente a las plagas. Se han instalado algunas decenas de cajas nido con la colaboración de SEO Melilla para favorecer la lucha biológica contra estas plagas, pero sigue siendo un número muy bajo para lo que demanda este pulmón de la ciudad. Sin embargo, poco a poco el herrerillo es cada vez más común en Rostrogordo, una buena noticia tanto para la salud de los árboles como para el creciente número de amantes de las aves.