Cualquier persona que tiene que sacar adelate un trabajo de gran responsabilidad sabe que lo primero es establecer el orden de prioridades. No es lo mismo preparar actuaciones en materia de reposición de aceras, por poner un ejemplo, que arreglar el techo del aula de un colegio que se está cayendo encima de los alumnos. Ahí es donde interviene la prioridad, poner por encima de todo lo que es realmente importante en el día a día de las personas.
Por ese motivo es muy difícil justificar lo que ha sucedido en el aula infantil del colegio Real y más todavía lo es que el consejero de Educación y competente en la materia, Miguel Ángel Fernández, dijera ayer que se arreglará "en los próximos días", después de que fuera el pasado día 17 de este mes de octubre cuando recibiera el aviso de lo que estaba sucediendo.
¿Cómo es posible que hayan pasado once días desde que se conoció el problema y todavía haya que esperar a arreglar la situación todavía unas jornadas más? Eso no tiene explicación posible. En esta ocasión no pueden acogerse al socorrido asunto de la lentitud en los plazos administrativos porque debía ser una obra de urgencia. Ahí sí que estaría más que perdonado un procedimiento de ejecución inmediata de los trabajos.
¿Se mandan técnicos inmediatamente después de conocerse el aviso del centro y estos tardan once días en tomar una decisión sobre cómo abordar el problema? Eso, en cualquier empresa privada, sería objeto de una reprobación por falta de eficiencia en el trabajo. ¿Por qué se consiente semejante disparate cuando estamos hablando de un aula llena de niños? ¿Tan seguros estaban los técnicos de que no habría derrumbe que asumieron el riesgo de que pudiera darse algún desprendimiento?
Como es lógico, a los padres de esos pequeños no se les puede tranquilizar diciendo que en los próximos días se arreglarán las placas de escayola para evitar el peligro de que caigan sobre sus cabezas. Es normal que se nieguen a llevar a sus hijos al colegio en esas condiciones.
Por mucho que Miguel Ángel Fernández pretenda excusarse, la tardanza no tiene dónde agarrarse para parecer mínimamente creíble. ¿Por qué hasta que no han protestado sindicatos, padres y docentes no se ha actuado? ¿Acaso no es extraño que precisamente ayer, cuando se produjeron las movilizaciones, se diera aviso a la dirección del centro de que se van a acometer obras?
Y ahí está también el problema del amianto, un material que debe retirarse por ley pero que sigue en la cubierta de ese centro de infantil desde hace años. Parece que ahora ha llegado el momento de plantearse su sustitución por otro material no nocivo para la salud humana. El consejero asegura que será a lo largo de este curso, pero no da fechas concretas.
Fernández aseguró que disponen de los informes técnicos favorables a llevarse ese amianto y que podrían aprovecharse los períodos vacacionales para poder llevar a cabo ese trabajo. De hecho, ese material cancerígeno debe ser encapsulado por personal muy especializado antes de su retirada y no puede haber en el edificio nadie más que esos trabajadores cualificados para una tarea tan especial como esa.