A COMIENZOS de la década de los 70 del pasado siglo llegaba a Arcos de la Frontera (Cádiz) Guillermo Sena Medina (Bailén -Jaén-, 1944). Era su primer destino como fiscal, pero -más allá del desempeño de sus obligaciones profesionales- allí se encontró en el lugar propicio para desarrollar su vocación poética; una vocación que había sentido ya desde sus años juveniles. Efectivamente, en Arcos encontró un grupo de poetas ya consagrados (los que crearon la revista Alcaraván) con quienes trabó amistad y con los que afianzó su querencia por la poesía. En 1973 publicaba en la Colección Alcaraván su primer poemario: Al paso de los días.
Al paso de los días -de muchos meses, de muchos años- este fiscal poeta (que, por motivos profesionales, ha vivido en diversos lugares de toda la geografía española), ha afianzado e intensificado su relación con la poesía. Pero no solo con ella: el curriculum de Guillermo Sena Medina nos muestra un amplísimo repertorio de escritos de la más diversa índole: narrativa, ensayo, crítica, historia, biografía… que abarcan los más variados temas. Un verdadero polígrafo, culto e inquieto, cuyo interés por todo tipo de asuntos termina resolviéndose en interesantes y diversificadas publicaciones.
Pero volvamos a su condición de poeta y, más concretamente, de excelente cultivador del soneto, porque en esta nueva publicación reúne un total de trescientos (más uno que le sirve de pórtico) que ha elegido (a razón de quince por cada tema tratado) entre sus ochenta y seis poemarios, distribuidos en veinte secciones temáticas: “Sonetos de mi olivar”, “Casisonetos para ERA”, “Crónica Giennense: campo y mina”, “Casisonetos familiares”, “A corazón abierto”, “Ars-Artis: Pintores”, “Ars-Artis: Escultura y otras artes”, “Con el mundo del toro”, “Al aire de mis poetas”, “Damas de cine”, “Con el amor a vueltas”, “Sobre la palabra”, “Con nombre propio”, “Sonetos con fondo religioso”, “Mirando al mar”, “Al alfoz de mis paisajes”, “Sonetos a nuestros místicos”, “A modo de elegías”, “Sinfonía lírica y flamenco”, y “Temiéndole a tu olvido”.
Esta variadísima relación nos excusa de comentar lo que ya en estas líneas -como afirmó en cierta ocasión Pedro Salinas- se convierte en evidencia: “Todo es poetizable”. Y afinando más esta aseveración, podríamos concluir que cualquier tema es susceptible de transformarse en soneto: es la mirada del poeta -de Guillermo Sena Medina- la que, cincelando cuidadosamente las palabras y manteniendo en un difícil equilibrio corazón y razón, proporciona hechura de soneto a cualquier asunto que llame su atención.
Compleja tarea -pero cumplida con extraordinario rigor- la de Epifanio Minagorre en su labor de seleccionar los sonetos incluidos en esta edición y de estudiar la obra de este poeta pues, como afirma en la introducción, “La senda marcada por Guillermo Sena Medina es rica, amplia, llena de formas, matices, colores, que siempre espejea con tonos de variada temática: poética, ensayística, pictórica, profética en la denuncia, religiosa, familiar, paisajística, olivarera, taurina y, siempre, cargada de amor y de humildad.” Amor y humildad de quien -como afirma el poeta en el soneto que le sirve de introducción al libro- se acerca con respeto al folio en blanco… “campo donde el soneto resucita. / Un folio en blanco, ¿cómo lo diría?, / es un cauce de amor del alma mía.”