Como una oportunidad ven los ecologistas la participación en el nuevo Plan de Estratégico del Gobierno central para Melilla porque permitirá al menos intentar corregir algunos de los errores cometidos en el anterior, en donde el medio ambiente no fue considerado un eje transversal.
En el anterior Plan, aprobado en otoño, las entidades sociales que no eran empresariales o sindicales no fueron invitadas a las jornadas de clausura en el Melilla Puerto, ni fueron informadas de las conclusiones que se presentaban para su aprobación, ni siquiera las recibieron después de aprobadas, demostrando que se trataba en el fondo de un plan económico que evitaba considerar el contexto de emergencia climática y las obligaciones que ellos
conlleva en término de objetivos de reducción de emisiones.
En el caso de Guelaya, que fue invitada a participar “por su perfil” a dos grupos de trabajo de los 8 que se constituyeron, sí recibió el acta de las reuniones en las que participó, pero no las restantes.
La estructura que se eligió de grupos de trabajo fue esta: 1) Metabolismo urbano; 2) Regeneración urbana; 3) Bienestar social; 4) Nuevo modelo productivo; 5) Salud ecológica del territorio; 6) Conectividad; 7) Relaciones con el entorno territorial con Marruecos; 8) Turismo.
Con esa distribución de debates, es difícil apreciar cómo el medio ambiente atraviesa, o si se prefiere, hace eje transversal que constituye una de las tres patas clásicas de la sostenibilidad, es tratado en combinación con las otras patas de lo social y económico, aunque perfectamente podríamos añadir la cuarta pata de lo cultural.
Por ello los ecologistas proponen que la situación global de emergencia climática de la que se desprende los compromisos del Estado español con los acuerdos de París, la Europa verde, y la declaración de emergencia climática aprobada en la Asamblea de la Ciudad, permitan una estructura de los debates en donde lo ambiental sea influyente en el modelo productivo, que hasta el momento se basa en el cemento y el hormigón, en el modelo energético, en la ordenación del territorio y en la apuesta por megainfraestructuras faraónicas que pueden colapsar la inversión pública en una ciudad que todavía tiene en obras el hospital universitario y muchos centros docentes pendientes de construir.
El Plan Estratégico del Gobierno, añaden desde Guelaya, debe ser sostenible, y por ello debe pensarse que lo económico no puede dirigir el futuro de la ciudad si no se encuadra en un proyecto ambientalmente sostenible y socialmente justo, por ello no solo tendrá que basarse en la promoción de los servicios públicos que tanto necesitamos, sino que tendrá que pasar finalmente una evaluación ambiental ordinaria por lo que es mejor considerar desde el inicio a la situación de emergencia climática como una dimensión básica para el conjunto del Plan