Guelaya-Ecologistas en Acción en Melilla ha informado de que el domingo "se vertieron miles de litros de aguas fecales en la ensenada de Melilla, un vertido que se repite cada vez que llueve y que nadie parece capaz de solucionar a pesar de sus graves consecuencias".
La organización ecologista recuerda que el anterior vertido, el que se celebró en febrero de este año, fue comunicado por Guelaya a la Dirección General de Costas y aún está sin respuesta. El vertido del domingo, insiste Guelaya, es "especialmente grave porque inunda y contamina la totalidad de la zona de baño de las tres playas más importantes de Melilla". Además, continúa, el vertido de fecales ha extendido su rastro por la arena de todas las playas en forma de "lagunas de agua oscura y maloliente" que dejan una capa negra en la arena conforme se van secando.
En 2017 Melilla pagó dos millones de euros a la empresa Ferrovial para mejorar la tubería que une la estación de bombeo del río de Oro con la depuradora. Buena parte de este dinero provenía de fondos Feder. "Los responsables de aquella obra deberían explicar por qué los fondos públicos parecen no servir para solucionar problemas recurrentes", afirma Guelaya, organización que plantea una serie de cuestiones de urgencia a la administración como son si se va a prohibir el baño hasta que se garantice la salubridad de las aguas, si se va a retirar la arena contaminada, si se van a retirar las banderas azules de las diversas playas de la ensenada, evitando así de paso contribuir a las muchas dudas que plantea este galardón y si se va a plantear alguna vez una solución a estos vertidos.
Para comprobar la toxicidad de estos vertidos, Guelaya dice que no hay más que observar la desembocadura estos días en adelante. La organización tiene claro que "mientras persisten las aguas oscuras en el estuario desaparece todo rastro de vida, y lo único que sobrevive son las larvas de mosquitos, que se desarrollan en su particular paraíso tóxico sin ningún enemigo que pueda acabar con ellas". Las aguas claras provenientes de las surgencias del río, que son las únicas que van purificando poco a poco el estuario y hacen que vuelvan las aves y anfibios que devoran estos mosquitos, son tragadas en su mayor parte por la alcantarilla que hay un poco más atrás de la desembocadura, anota Guelara, que considera esta situación "todo un despropósito que ejemplifica el desastre de gestión del tramo urbano del río que han realizado todas las administraciones hasta ahora".