Los melillenses asistimos con preocupación a la demora en la formación de gobierno en la ciudad. Creíamos que lo más difícil era por una parte, el ejercicio de generosidad infinita que Mustafa Aberchán y Gloria Rojas hicieron para que De Castro, con un solo sillón en la Asamblea, presidiera el Ejecutivo. Por otra, que el líder de Cs desoyera las normas generales de su partido y diera el paso de pactar con el PSOE, pudiendo hacerlo con el PP, el ganador de las elecciones locales.
Ese paso ya está dado, pero los nombres del nuevo gobierno no terminan de cuajar. Tras la acidez de las críticas del PP en la oposición y la preocupación de la calle, finalmente ayer trascendió la estructura del nuevo Ejecutivo: tendrá siete consejerías y nueve viceconsejerías. Una estructura austera que los melillenses entenderán como señal inequívoca de cambio.
Ahora nos faltan los nombres. Que conste que lo que está pasando en la ciudad no es un problema exclusivo nuestro. No. No somos tan especiales. En Murcia, el pacto del tripartito Cs, PP y Vox no termina de cerrarse y los de Albert Rivera amenazan con acercarse a los socialistas.
El problema es que entre Murcia y Melilla hay un abismo de por medio y no me refiero sólo al Mar de Alborán. La economía murciana va cuesta arriba y a toda marcha y la nuestra, cuesta abajo y sin frenos. Somos un peligro.
El ex consejero Conesa se quejaba ayer de que De Castro destituyó al Gobierno anterior y por eso la Ciudad está paralizada.
En la calle, sinceramente, eso es lo que menos nos preocupa. Porque un gobierno interino no podría haber tomado ninguna decisión trascendente y, de hacerlo, se habría montado la marimorena.
En fin, la mayoría de los melillenses queremos que los que han formado gobierno acaben de ponerle nombre y apellidos a los consejeros y que la cosa eche a andar.
Hay muchas decisiones por tomar en esta ciudad y hay gente que no puede permitirse sentarse a esperar. Pensad en ellos, en los que se acuestan sin saber si mañana tendrán qué comer; pero también en los emprendedores que están esperando para ver si montan o no un negocio o si hay facilidades para sacar adelante iniciativas.
Pensad en los que tienen puestas todas sus esperanzas en vosotros. Sed generosos como lo fueron Gloria Rojas y especialmente Aberchán. Él sabía que estas elecciones eran su ahora o nunca y ha dado un paso al lado y ha demostrado que no ha venido a la política a hacer el agosto. Él es médico. Está en política porque además es un soñador. Otro en su lugar, estaría viviendo como Dios, rascándose las partes nobles a gustito en lugar de estar pasando por el mal trago de tener que verse en los juzgados día sí y día no, con todos los ojos puestos en él y en su familia. Bendita familia que aguanta todo esto.
Es lo que le ocurre, en general, a todos los políticos excepto a los que no tienen ni arte ni beneficio y damos por hecho que de la Asamblea se van directo a la cola del SEPE a ver si consiguen un plan de empleo de los guapos, para seguir viviendo de las arcas públicas porque no han estudiado nada y lo único que se les da bien es el marrulleo y batir palmas.
Los demás, los que tienen un despacho de abogados, una clínica o un puesto en la universidad... esos están aquí porque quieren cambiar el mundo. Mis respetos.
Conclusiones, señores políticos del nuevo gobierno, por favor, apretad el culete y dadle duro a los pedales. Melilla no se puede permitir un ‘mañana-lo hablamos’.
Sed generosos. Tenéis ya la gloria ganada. Pasaréis a la historia local como las caras del cambio. Pero hacedlo por la puerta grande. No hay necesidad de entrar por la ventana. Echadle güevos y pensad en los que creen que hay futuro en Melilla. Ya tenemos estructura, ahora debemos ponerle nombres y apellidos cuanto antes.
Corroboro al Dr. Barrutia, insigne, apreciado y añorado compañero.
Afirmar, bien por voluntad, bien por error (algo impropio en quien vive de usar la rica lengua española), que ser médico en Melilla es vivir acariciándose las partes nobles, implica un acto despectivo absurdamente gratuito hacia un colectivo.que, salvo alguna excepción, sufre unas condiciones laborales infames, tanto por volumen asistencial, como por complejidad, como por falta de recursos humanos, técnicos, funcionales y estructurales.
Que tanto la CESM como la OMC han dicho por activa y por pasiva que Melilla es el lugar de España más difícil y desagradable para ejercer la Medicina, parece no ser relevante para la persona que firma el artículo..
Esto que la autora del artículo parece ignorar, es, sin embargo, perfectamente conocido en la Península, por ello, es muy complicado atraer profesionales de la Medicina a nuestra ciudad
Obviamente, en la base de todo ello está una gestión del dinero público inédita en Europa.
Mientras la administración local está sobredimensionada y el dinero público sobra para financiar y/o subvencionar iniciativas de dudosa rentabilidad social, la Educación y la Sanidad tienen una financiación misérrima, con la que se enfrentan a retos ingentes, que no tienen que afrontar las comunidades autónomas peninsulares.
Ahora que hay un cambio de gobierno, sería un momento ideal para invertir los términos.
Por lo demás, obviamente, hay que reconocer en el Dr. Aberchán, estimado compañero, que aunar el ejercicio de la Medicina y el de la Política, es de un mérito extraordinario.
Dejarse la piel haciendo guardias, y las pestañas repasando por las noches las historias clínicas del enfermo que te preocupa, adquirir una tuberculosis debido al ejercicio de la profesión...etc, es para el autor de la jabalina tocarse los berilios y los manganesos. Lanzar una jabalina, exige destreza y me parece que el atleta debería, en este caso dedicarse a la reflexión monacal antes de ensartarse el otro pie lanzando la garrocha